Acto Primero
(fragmento)
Calixto –
En esto veo, Malibea la grandeza de Dios.
Malibea- ¿En que Calixto?
Calixto- En dar poder a natura
que de tan perfecta hermosura te dotase y hacer a mi inmérito tanta
merced que verte alcanzase y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor
manifestarte pudiese. Sin duda, incomparablemente es mayor tal galardón
que el servicio, sacrificio, devoción y obras pías que por
este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofrecido, ni otro poder mi voluntad
humana pueda cumplir. ¿Quién vió en esta vida cuerpo
glorificado de ningún hombre como ahora el mío?
Por cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión
divina no gozan más que yo ahora en el acatamiento tuyo. Más
¡oh triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente se glorifican
sin temor a caer de tal bienaventuranza y yo, mixto me alegro con recelo
del esquivo tormento que tu ausencia me ha de causar.
Melibea- ¿Por grande premio
tienes esto Calixto?
Calixto- téngolo por tanto
verdad, que si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no
lo tendría por tanta felicidad.
Malibea- Pues aún más
galardón te daré yo, si perseveras.
Calixto- ¡Oh bienaventuradas
orejas mías qué indignamente tan gran palabra habéis
oído!
Malibea.- Mas desventuradas de
que me acabes de oír. Porque la paga será tan fiera cual
merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras Calixto, ha sido
ingenio de tal hombre como tú haber de salir para perderse en la
virtud de tal mujer como yo. ¡Vete! ¡Vete ahí torpe!
Que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en corazón humano
conmigo el ilícito amor comunicar su deleite.
Calixto- Iré como aquel
contra quien solamente adversa fortuna pone su estudio con odio cruel.
La Celestina es una trágica historia de
amor, pasión, ambición y venganza en el
Renacimiento español, escrita por Fernando
de Rojas.
Argumento
Calixto fue de noble linaje, de claro ingenio,
de gentil disposición de linda crianza, dotado de muchas gracias,
de estado mediano. Fue preso en el amor de Melibea, mujer moza, muy generosa,
de alta y serenísima sangre, sublimada en próspero estado,
una sola heredera a su padre, Pleberio, y a su madre Alisa, muy amada.
Por solicitud del pungido Calixto, vencido el casto propósito de
ella (interviniendo Celestina, mala y astuta mujer, con dos sirvientes
del vencido Calixto, engañados y por esta tornados desleales, presa
su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleite), vinieron los amantes
y los que los ministraron en amargo y desastrado fin. Para comienzo de
lo cual dispuso la adversa fortuna lugar oportuno, donde a la presencia
de Calixto se presento la deseada Malibea