Índice
general de Hispánica

El Gran Capitán


Cisneros, Jimenez de
(1436-1517)
Tomás
de Torquemada (1420-1498)
- Isabel la Católica (1451-1504)
- Fernando el
Católico (1452-1516)
- Fernández de Córdoba, Gonzalo
(1453-1515)
García de Paredes, Diego
(1466-1530)
- Francisco
de los Cobos (1477-1557)
- García
de Loaysa y Mendoza (1479-1546)
- Leiva, Antonio de (1480-1536)
Fernando Francisco de
Avalos (1490-1525)
González de
Celorigo, Martín (s. XVI)
Alfonso de Avalos (1500-1546)
Carlos I (V), el Emperador (1500-1558)
Espinosa, Diego de (1502-1572)
- Duque
de Alba (1507-1582)
- Ruy
Gómez de Silva, Príncipe de Eboli (1516-1573)
Felipe II (1527-1598)
- Duque
de Lerma (1533-1625)
- Antonio
Pérez (1540-1615)
Farnesio, Alejandro (1545-1592)
Austria, Juan de (1547-1578)
Saavedra Fajardo, Diego de
(1584-1648)
- Conde-Duque
de Olivares (1587-1645)
- José
Patiño (1670-1736)
Pere Joan Barceló (1682-1765)
- Marqués
de la Ensenada (1702-1781)
Carlos III de España
(1716-1788)
- Conde
de Floridablanca (1728-1808)
Gálvez, Bernardo de (1746-1786)
Mariano
Luis de Urquijo (1768-1817)

Cisneros, Francisco Ximénez
de (1436-1517)
Franciscano, cardenal, y Primado de España, nacido en
Torrelaguna en Nueva Castilla, en 1436; murió en Roa, cerca de
Valladolid, en 1517. Se educó en Alcalá y Salamanca, y después de
graduarse en derecho canónico y civil, fue a Roma en 1459 donde
ejerció algunos años como abogado consistorial. Habiendo atraído
la atención de Sixto V, este Papa le prometió la primera vacante
en su provincia natal. Esta resultó ser en Uceda, donde Carillo,
Arzobispo de Toledo, deseaba asignar a uno de sus seguidores. Ximénez
reclamó su derecho sobre ella, y por hacerlo así fue encarcelado
por el arzobispo, primero en Uceda y después en la fortaleza de
Santorcaz. Fue liberado en 1480, después de seis años de
confinamiento, y, transferido a la Diócesis de Sigüenza, pasó a
ser gran vicario del Cardenal González, obispo de esa diócesis. En
1484 renunció a ella para hacerse Franciscano de la Congregación
Observante en la Hermandad de San Juan en Toledo. Desde entonces,
hasta su profesión, fue enviado a Salceda, donde posteriormente fue
elegido guardián.
En 1492, por recomendación del Cardenal Mendoza, Arzobispo de
Toledo, fue nombrado confesor de la Reina Isabel, cargo que aceptó
a condición de poder seguir viviendo en el monasterio y seguir la
vida religiosa, asistiendo a la Corte únicamente cuando fuera
convocado. Por el mismo tiempo fue elegido provincial de su orden en
Castilla, cargo en el que permaneció durante tres años. En 1495
fue elegido para suceder a Mendoza como Arzobispo de Toledo, a cuyo
cargo se agregó la cancillería de Castilla que le ofrecieron
Fernando e Isabel. Ximénez rechazó la dignidad por humildad, y se
mantuvo en su negativa durante seis meses, y sólo consintió
finalmente aceptar el cargo obedeciendo el pedido expreso del Papa.
Como arzobispo continuó viviendo como un simple franciscano,
dedicando una gran parte de sus vastos recursos en beneficio de los
pobres y a favor de la liberación de los cautivos. Este estilo de
vida fue mal interpretado por muchos, y, a consecuencia de informes
recibidos por él, el Papa Alejandro VI lo amonestó por descuidar
el esplendor externo que correspondía a su rango; pero Ximénez sólo
iba a consentir usar la vestidura episcopal dejando ver por debajo
su hábito de fraile. Este celo se inscribía en un intento de
reforma de los franciscanos y de los cánones de Toledo. Obligaba a
sus hermanos religiosos a observar la regla que prohibía la posesión
de propiedades, y como resultado muchos frailes se alejaron de España.
Como canciller estaba obligado a tener una preponderante participación
en los asuntos de Estado, donde su prudencia y sabiduría fueron de
gran valor para su país.
Ganó prestigio también como patrocinador de la enseñanza, y
hacia el año 1504 fundó la Universidad de Alcalá, para cuyas cátedras
profesionales procuró algunos de los más distinguidos académicos
de París, Bolonia, y Salamanca. Era tan alta la estima en que se
tenía a esta nueva universidad que todas las órdenes religiosas de
España, excepto los benedictinos y los jerónimos, establecieron
casas en Alcalá vinculadas a ella. El rey Fernando visitó la
universidad en 1514, y dio una eminente aprobación a lo realizado
por Ximénez. En 1502 el arzobispo comenzó a trabajar en la
publicación de la primera Biblia Políglota, llamada Complutense,
por ser Complutum el nombre latino de Alcalá. Esta Biblia tuvo una
gran influencia en los estudios bíblicos posteriores; fue dedicada
a León X, y su compilación le llevó a Ximénez quince años; se
terminó en 1517, sólo cuatro meses antes de su muerte, a un costo
personal en torno a las £25.000 ($125.000). La restauración del
antiguo Rito Mozárabe en Toledo fue otro de sus proyectos. Para su
celebración agregó, en el año 1500, una capilla especial a su
catedral y estableció un colegio de sacerdotes para su servicio.
Posteriormente surgieron instituciones similares en Valladolid y
Salamanca; en Toledo continúa en uso hasta nuestros días.
En el año 1499 Ximénez acompañó a Fernando e Isabel en su
visita a la recién conquistada provincia de Granada, y sus labores
allí en pro de la conversión de los Moros tuvieron un considerable
éxito. A la muerte de Isabel (1504) tuvo que actuar nuevamente en
política en relación con la disputada sucesión al trono de
Castilla. Felipe de Borgoña murió en 1506, y, estando Fernando
ausente en Italia, Ximénez fue designado virrey del reino y tutor
de Juana, viuda de Felipe, que había perdido la razón. Al año
siguiente Fernando pasó a ser regente de Castilla, y uno de sus
primeros actos fue obtener del Papa Julio II el capelo cardenalicio
para Ximénez, quien simultáneamente fue nombrado Gran Inquisidor
de Castilla y León. Erróneamente se le ha adjudicado la instauración
de la Inquisición en España, pero ya estaba totalmente establecida
diez años antes de su entrada en la Corte. Como gran inquisidor
inició varias reformas en su funcionamiento y constantemente se
preocupó de reducir el número de casos reservado a este tribunal.
Observaba cuidadosamente la actuación de los diversos funcionarios
de la Inquisición, para que no abusaran de su poder con violencias
u opresiones indebidas, y organizó y circunscribió los límites de
su jurisdicción. Salvaguardó a los académicos y a los profesores
del examen y de la supervisión de los inquisidores, y emitió
beneficiosas reglas relativas a la instrucción y a la dirección de
los nuevos conversos, para protegerlos contra la superstición y la
blasfemia. La revisión de algunos de los diversos casos
investigados y sentenciados por Ximénez ponen de manifiesto el
cuidado y la diligencia con que cumplía los deberes de un cargo que
ha sido tan calumniado y mal interpretado. Era ciertamente severo,
pero siempre franco y justo en el ejercicio de su autoridad como
gran inquisidor.
En 1509, ante su insistente pedido, Fernando equipó una expedición
contra los Moros, y, añadiendo dos cañones de su catedral, Ximénez
en persona encabezó el ejército. Inspirados en su ejemplo y
exhortaciones, las fuerzas españolas tomaron por asalto la ciudad
de Orán. En su incansable celo por la propagación de la Fe, Ximénez
se preocupó de hacer que su victoria fuera religiosa; cantidad de
cristianos cautivos fueron liberados, y varias mezquitas se
convirtieron en iglesias cristianas. Al volver a España el cardenal
fue recibido como un héroe conquistador tanto en Alcalá como en
Toledo. Por esta época ocurrió una seria ruptura de relaciones
entre Francia y la Santa Sede, debido al creciente poder de Luis
XII, que Julio II temía que pudiera poner en peligro la autoridad
de la Iglesia. Para contrarrestarla, el Papa tomó parte a favor de
la República de Venecia en contra de Francia, a pesar de que poco
tiempo antes los venecianos habían tomado posesión de una parte de
los Estados Papales, que le fue restituida a la Iglesia con la ayuda
de Luis. Por esta ingratitud de parte de Julio, Luis juró venganza
y, en lo posible, la caída del Papa. Atacó a las espiritualidades
de la Iglesia en relación con los beneficios, y el ejército francés
tomó posesión de Bolonia, que pertenecía al Papa. Al mismo tiempo
Luis y el Emperador Maximiliano, con el apoyo de siete cardenales,
principalmente franceses, se encargaron de organizar un concilio en
Pisa, convocando la asistencia de Julio. Lo acusaban de haber
perturbado la paz de Europa, de haber llegado al papado por medios
corruptos, y de no haber mantenido su promesa de convocar un
concilio general de la Iglesia. Julio decidió librar a Italia de
los franceses y llamó a Fernando en su ayuda contra Luis. Por
consejo de Ximénez, Fernando resolvió suspender las operaciones en
Africa y enviar sus fuerzas para ayudar al Papa, y a fines de 1512
los franceses habían sido expulsados de Italia. El Sínodo cismático
de Pisa fue inaugurado el 1º de noviembre de 1511, con la presencia
de siete cardenales y unos veinte obispos. El clero de Pisa se negó
a involucrarse, puesto que Julio los había amenazado con la
excomunión si lo hacían. Los prelados reunidos tomaron miedo y se
trasladaron a Milán, para estar bajo la protección de Francia. Allí
declararon depuesto al Papa. Entretanto, Julio, cuya mala salud lo
había demorado, convocó el Quinto Concilio General Lateranense
para la Pascua de 1512, declarando al mismo tiempo inválido el Sínodo
de Pisa y Milán. Ximénez apoyó al Papa durante todo este asunto,
y su actitud sin duda contribuyó mucho a preservar la unidad de la
Iglesia en España. También trabajó activamente para obtener la
publicación de la Bula de convocatoria del concilio.
Fernando murió en 1516, habiendo designado a Ximénez como
regente hasta el arribo de Carlos V desde Flandes. Adrián, Deán de
Lovaina, también reclamó el nombramiento sobre la autoridad de un
documento previamente firmado por Carlos. Los juristas que fueron
consultados decidieron a favor de Ximénez, quien magnánimamente
propuso que él y Adrián actuaran juntos hasta recibir
instrucciones adicionales de Carlos. Sospechando que el cardenal sería
mejor aceptado por el pueblo español que un extranjero como Adrián,
Carlos confirmó a Ximénez en la regencia, mientras a Adrián le
dieron el Obispado de Tortona y el puesto de Gran Inquisidor de Aragón.
El importante cargo de regente le brindó una amplia perspectiva a
la capacidad administrativa del cardenal y a su solicitud por la paz
y la seguridad del reino. Los celos y las intrigas entre los grandes,
en detrimento del orden del Estado, lo hicieron trasladar la sede
del gobierno de Guadalupe a Madrid, por su ubicación central, y
esta elección de capital fue confirmada por los siguientes
soberanos. Actuando como regente mejoró mucho la condición del ejército
y de la marina, y forzó a varias ciudades y personas rebeldes a
reconocer su autoridad como representante de Carlos. Inició un
nuevo sistema de impuestos, y realizó varias otras reformas
internas. Su diplomacia actuó exitosamente para evitar una pactada
alianza entre Francia y Portugal que habría perjudicado a Castilla,
y cuando Jean d'Albret, el exiliado rey de Navarra, intentó
recuperar su perdido reino, Ximénez juntó fuerzas con Francisco I
de Francia y lo venció. Tanto como regente durante la ausencia de
Carlos y anteriormente como tutor de Juana, su sabiduría y rectitud
así como su fortaleza de carácter ayudaron mucho a mantener la
integridad del trono español. Participó preponderantemente en los
esfuerzos realizados para el beneficio espiritual de las posesiones
españolas en América, y organizó una hueste de misioneros para la
evangelización del Nuevo Mundo. Colón se había demostrado inepto
para gobernar el territorio recientemente adquirido, al tratar como
esclavos a los indios conquistados, y su método de acción mereció
la más severa condena de parte de Ximénez. En el período de su
regencia, llegó a España mayor información acerca de la
esclavitud, y tomó fuertes medidas para reprimirla. Elaboró un código
de instrucciones para el bienestar de los nativos y utilizó todos
sus esfuerzos para protegerlos de la opresión y convertirlos a la
fe cristiana.
La salud quebrantada y la edad avanzada lo
obligaron a retirarse de la vida pública, y se dice que su fin lo
aceleró la ingratitud de Carlos V ante los muchos servicios que le
prestó a España. Tenía ochenta y un años cuando murió, y fue
enterrado con grandes honores en Alcalá. Se hicieron varios
esfuerzos para su canonización, pero sin éxito, aunque ha sido
honrado como santo en mucho lugares de España. La mayor parte de su
fortuna la dejó a su querida Universidad de Alcalá. Su carácter,
que fue muy mal interpretado, fue notable por su gran versatilidad.
Era tanto soldado como sacerdote, como lo demuestra su actuación en
la conquista de Orán. Fue estrictamente consciente en su vida pública,
sin temor de las consecuencias que pudiera acarrearle la realización
de lo que pensaba era su deber, mientras en lo privado llevaba sus
austeridades y mortificaciones al extremo de poner en riesgo su
salud. Moralmente estaba por encima de todo reproche, y cumplía con
exactitud las observancias de su estado religioso
Cyprian Alston
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Tomás
de Torquemada (1420-1498)
Primer Gran Inquisidor de España, nacido en Valladolid en
1420; murió en Ávila el 26 de Setiembre de 1498. Era sobrino del célebre
teólogo y cardenal, Juan de Torquemada. En su temprana juventud
ingresó al monasterio Dominico en Valladolid, y más tarde
fue nombrado prior del Monasterio de Santa Cruz en Segovia, puesto
que desempeñó durante veintidós años. La Infanta Isabel lo
escogió como su confesor mientras estuvo Segovia, y cuando ella
asumió el trono de Castilla en 1474 él se convirtió en uno de sus
más confiados e influyentes consejeros, pero rechazó todos los
altos nombramientos eclesiales, prefiriendo permanecer como un
simple fraile.
En ese tiempo la pureza de la Fe Católica en España estaba en
gran peligro por los numerosos Marranos y Moriscos, quienes, por
razones materiales, se convirtieron en falsos convertidos del Judaísmo
y Mahometismo al Cristianismo. Los Marranos cometieron serias
atrocidades en contra de la Cristiandad y se propusieron judaizar
toda España. La inquisición, que los soberanos católicos habían
autorizado que establezca Sixto IV en 1478, había, a pesar de las
injustificadas crueldades, fallado en su propósito, principalmente
por ausencia de centralización. En 1483 el papa nombró a
Torquemada, quien había sido un inquisidor asistente desde el 11 de
Febrero de 1482, Gran Inquisidor de Castilla, y el 17 de Octubre le
extendió su jurisdicción hasta Aragón.
Como representante papal y oficial de mayor rango en la corte
inquisitorial, Torquemada dirigió la empresa entera de la Inquisición
en España, fue autorizado a delegar sus facultades inquisitoriales
a otros Inquisidores de su propia elección, quienes permanecían
bajo su responsabilidad, y estableció las apelaciones a la Santa
Sede. Él inmediatamente estableció tribunales en Valladolid,
Sevilla, Jaén, Ávila, Córdoba y Villa Real, y, en 1484, en
Zaragoza para el Reino de Aragón. También instituyó un Consejo
Superior, que consistía de cinco miembros, cuyo jefe tenía la
obligación de ayudarlo en la escucha de las apelaciones (ver INQUISICIÓN
--La Inquisición en España). Convocó una asamblea general
de inquisidores españoles en Sevilla, el 29 de Noviembre de 1484, y
presentó un bosquejo de veintiocho artículos como guía. A esto añadió
varios nuevos estatutos en 1485, 1488 y 1498 (Reuss, "Sammlungen
der Instructionen des spanischen Inquisitionsgerichts",
Hanover, 1788). Los Marranos encontraron poderosas maneras de evadir
los tribunales en los judíos de España, cuyas riquezas los habían
hecho muy influyentes y sobre los que la Inquisición no tenía
jurisdicción. En esta situación Torquemada pidió a los soberanos
que exijan a los judíos que se conviertan en cristianos o que
abandonen España. Para frustrar esta medida los judíos acordaron
pagan al gobierno español 10,000 ducados si los dejaban tranquilos.
Existe una tradición que cuando Fernando estaba a punto de ceder a
la tentadora oferta, Torquemada se le apareció, sosteniendo un
crucifijo en lo alto, y exclamando: "Judas Iscariote vendió a
Cristo por 30 monedas de plata; Su Alteza está a punto de venderlo
por 30,000 ducados. Aquí está Él; tómelo y véndalo."
Dejando el crucifijo en la mesa abandonó la habitación.
Principalmente a través de esta mediación los Judíos fueron
expulsados de España en 1492.
Se ha escrito mucho sobre la inhumana crueldad
de Torquemada. Llorente registra que durante el mando de Torquemada
(1483-98) 8800 personas fueron quemadas y 9654 fueron castigados de
diferentes formas (Histoire de l'Inquisition, IV, 252). Estos datos
son altamente exagerados, como ha sido concluyentemente probado por
Hefele (Cardenal Giménez, cap. xviii), Gams (Kirchengeschichte von
Spanien, III, II, 68-76), y muchos otros. Incluso el historiados judío
Graetz se satisface sosteniendo que "bajo el primer Inquisidor
Torquemada en el transcurso de catorce años (1485-1498) por lo
menos 2000 judíos fueron quemados como pecadores impenitentes"
("Historia de los judíos", Filadelfia, 1897, IV, 356). La
mayoría de historiadores sostienen con el protestante Peschel (Das
Zeitalter, der Entdeckungen, Atuttgart, 1877, pp. 119 sq.) que el número
de personas quemadas desde 1481 hasta 1504, cuando Isabel murió,
fue cerca de 2000. Si la forma de Torquemada de indagar y castigar a
los herejes era justificable es un asunto que debe ser decido no sólo
comparado con el nivel penal del siglo quince, sino también, y
principalmente, a través de una investigación sobre la necesidad
de preservar el cristianismo en España. El cronista español
contemporáneo, Sebastián de Olmedo (Chronicon magistrorum
generalium Ordinis Prædicatorum, fol. 80-81) llama a Torquemada
"el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de
su país, el honor de su orden".
Michael Ott
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Isabel La Católica
(1451-1504)
Reina de Castilla y forjadora de la unidad nacional, con su
esposo Fernado de Aragón. Es paradójico que Isabel, la mejor reina
que ha tenido España, fuera hija de Isabel de Portugal, que murió
loca, y madre de Juana I, que también fue loca. Esta hija y madre
de locas gobernó a España con más cordura y sabiduría que ningún
otro rey. Ella fue la fuerza dirigente en la empresa de Granada, y
en el Descubrimiento de América. El ilustre escritor del
Renacimiento italiano, Baltasar de Castiglione, escribía en 1507:
"Afirman todos cuantos la conocieron haber hallado en ella una
tan divina manera de gobernar que parecía casi bastase solamente su
voluntad para que, sin más ruido, cada uno hiciese lo que debía; a
tal punto que apenas nadie osaba, ni en su propia casa y
secretamente, hacer cosa que creyese que a ella habría de
desagradar... Ella supo juntar tan admirablemente el rigor de la
justicia con la blandura de la clemencia y con la liberalidad, que
en sus días no hubo ningún bueno que se quejase de ser poco
remunerado, ni ningún malo de ser demasiadamente castigado. Y de
esto nació tener los pueblos hacia ella una suma reverencia
mezclada de amor y de temor, la cual está todavía tan arraigada en
el ánimo de todos que parece como si pensasen que ella desde el
cielo les mira, y desde allí les deba enviar alabanzas o reprensión".
El éxito de su reinado se debe tanto a su enérgica actividad como
a la selección de excelentes colaboradores, tales como el Cardenal
Cisneros y el Gran Capitán. Durante su reinado la corte estaba en
constante movimiento, con todos sus hijos nacidos en lugares
diferentes, de acuerdo con las necesidades del momento. Tampoco fue
ajena a la inquietud intelectual de la época, como lo demuestra el
hecho de comenzar a estudiar latín con la famosa maestra Beatriz
Galindo, conocida como La Latina. Antonio de Nebrija, el príncipe
de los humanistas castellanos, presentó su famosa Gramática a
Isabel en la Universidad de Salamanca en 1492, al tiempo que Colón
la exponía su fantástico proyecto. Su protección a los indios de
las recién descubiertas tierras americanas fue admirable. Cuando
Colón regreso con algunos indígenas, la reina reaccionó con
autoridad:"¿Quién le ha dado al Almirante permiso para
esclavizar a mis súbditos?"
La figura de Isabel I será fundamental para
conocer el tránsito que se produce en la Península Ibérica entre
la Edad Media y la era Moderna. Su reinado, junto a su esposo Fernando
de Aragón, servirá de puente entre dos épocas y tendrá
elementos identificativos tanto de una etapa como de la otra. Nace
el 22 de abril de 1451 en el pueblo abulense de Madrigal de las
Altas Torres. Será la tercera hija del rey Juan
II de Castilla, casado en segundas nupcias con doña Isabel de
Portugal, la madre de la futura Reina Católica. Su infancia
transcurrió en Arévalo, donde se trasladó su madre al poco tiempo
de enviudar. La estancia en Arévalo no será muy agradable ya que
la madre pronto empieza a dar muestras de locura. Poco sabemos de su
instrucción, suponiendo que en estos años aprendería a leer y
escribir. En 1464 el rey Enrique
IV, su hermanastro, la lleva a su corte, dotándola de rentas,
mercedes y una villa en Casarrubios del Monte. Las relaciones entre
los hermanos son bastante estrechas y don Enrique da muestras de
cariño hacia la joven infanta al igual que a su otro hermano, don
Alfonso. La situación en la corte de Enrique no es muy gratificante
ya que los nobles desean restar aún más poder al legítimo monarca,
produciéndose un soterrado enfrentamiento entre los partidarios de
una monarquía fuerte y los que optan por un monarca manejable del
que puedan conseguir todo tipo de gracias y mercedes. En este
ambiente se produce un hecho significativo conocido como "Farsa
de Avila". En una grotesca ceremonia los nobles deponen a
Enrique IV y nombran rey de Castilla al príncipe Alfonso, alegando
que la heredera -Juana,
hija de Enrique y de su segunda esposa Juana de Portugal- es ilegítima
al ser fruto de los amores de la reina y el valido, Beltrán de la
Cueva, de donde viene el nombre de Beltraneja con el que la infanta
es conocida posteriormente. Isabel está al margen de todas estas
maniobras pero pronto entrará en escena. La muerte del príncipe
Alfonso en 1468 provoca que sus partidarios elijan a la joven
infanta como nueva candidata a arrebatar la corona a Enrique. El
objetivo nobiliario será contar con una persona manejable con la
que realizar sus intereses personales. En este contexto se firma el
Pacto de los Toros de Guisando (1468) en el que Enrique reconoce a
su hermana Isabel como princesa de Asturias, confirmando la
ilegitimidad de su hija Juana. Resulta curioso como Isabel, cuyas
posibilidades de reinar en Castilla eran muy escasas al nacer, se
había convertido en la sucesora al trono. Como princesa de Asturias
Isabel debe elegir un buen marido para casarse. Los candidatos a
este matrimonio político serán varios: Alfonso
V de Portugal; don Pedro Girón, maestre de Calatrava, y
Fernando de Aragón, heredero de la corona vecina. La elección se
consumó en Ocaña , donde Isabel constituyó su casa: Fernando era
el elegido. El matrimonio se celebrará en Valladolid el 19 de
octubre de 1469, presentando el arzobispo Carrillo una bula papal
falsa ya que ambos contrayentes eran primos segundos, teniendo como
antepasado común a Juan
I de Castilla. Pero este matrimonio significará el
enfrentamiento entre los dos hermanos ya que Enrique reacciona rápidamente
y declara ilegal el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias,
reconociendo a Juana como su heredera legítima (Valdelozoya, 1470).
La guerra civil está servida aunque aún queden algunos años para
estallar. En un primer momento, Isabel y Fernando apenas cuentan con
aliados, retirándose a Medina de Rioseco, pero paulatinamente va
creciendo el número de sus partidarios: el País Vasco, Borgoña,
Roma y especialmente la poderosa familia Mendoza. La posición de
Isabel es cada vez más fuerte y parece que el propio Enrique se
aviene a negociar. Pero en estos momentos el monarca fallece en
Madrid, en la noche del 11 al 12 de diciembre de 1474, sin hacer
testamento. Tomando como base el tratado de los Toros de Guisando
Isabel se proclama reina de Castilla en Segovia, el 13 de diciembre.
Es una política de hechos consumados que provocará la guerra entre
Isabel y sus partidarios -que apoyan una monarquía estable y
consolidada- frente a Juana y sus aliados -curiosamente los que
anteriormente la consideraban ilegítima, pretendiendo consolidar
sus derechos feudales y relegar la monarquía a un plano meramente
formal-. En enero de 1475 se firma la Concordia de Segovia entre
Isabel y Fernando donde se produce un reparto de competencias entre
ambos monarcas. Isabel es "reina y propietaria de Castilla"
y su esposo recibe el título de rey. Desde ese momento los esposos
formarán un bloque imposible de dividir y con esa firmeza pueden
hacer frente al estallido de la guerra. La guerra civil se produce
entre 1475 y 1479, convirtiéndose en guerra internacional al
participar Portugal y Francia apoyando a Juana mientras que Aragón
rinde su apoyo a Isabel. La derrota portuguesa en las cercanías de
Toro (1 de marzo de 1476) y las dificultades francesas para invadir
tierras guipuzcoanas gracias a la labor de la marina vasca inclinan
la balanza a favor del bando isabelino. Durante tres años se irán
sofocando los focos de resistencia en tierras extremeñas y
andaluzas, lo que indica que la causa isabelina no estaba tan
arraigada. Los Tratados de Alcaçovas (septiembre de 1479) ponen fin
a la contienda y desde ese momento Isabel está firmemente asentada
en el trono. Ese mismo año de 1479 muere Juan
II de Aragón por lo que Fernando se convierte en rey aragonés,
poniéndose en marcha la unión dinástica de Castilla y Aragón.
Los cimientos del Estado moderno se están colocando en la Península
Ibérica. Para robustecer el poder real se tomaron una serie de
medidas de gran calado, la mayor parte de ellas en el seno de las
Cortes: la constitución de la Santa Hermandad con fines de índole
policial y judicial (Madrigal de las Altas Torres, 1476); la
reorganización del Consejo Real, la ampliación de las competencias
de los corregidores (Toledo, 1480); regulación de la Hacienda Real;
revisión de las mercedes otorgadas a los nobles por Enrique IV;
incorporación de los maestrazgos de las Ordenes Militares a la
Corona al nombrar Gran Maestre a Fernando; establecimiento en
Valladolid de la Real Chancillería, creando una segunda Chancillería
en Granada (1505); constitución de un ejército permanente que
tiene como núcleo las Guardias Reales, las milicias urbanas y la
Santa Hermandad. En materia religiosa se produce la expulsión de
los judíos (1492); la reforma de las órdenes religiosas, labor
realizada por el cardenal
Cisneros; y la creación de la Inquisición en Castilla (1478)
gracias a la bula "Exigit sinceras devotionis affectus"
promulgada por Sixto
IV por la que se otorga a los reyes el poder de nombrar dos o
tres obispos para desempeñar el oficio de inquisidores, produciéndose
las primeras condenas en Sevilla durante el año 1481. En 1492 se
producen tres hechos de gran importancia para España: la conquista
de Granada -que pone fin a la guerra con el reino nazarí desde el año
1482-, la conquista de las Canarias -las islas mayores: Gran Canaria,
La Palma y Tenerife- y el descubrimiento de América gracias a Cristóbal
Colón. Los tres episodios se pueden relacionar con la política
exterior desarrollada por Isabel y Fernando, encaminada a extender
los dominios ibéricos para afianzar la corona como una potencia
internacional, enfrentándose a Francia. Bien es cierto que la línea
trazada por Fernando tenía como objetivo la expansión hacia el
Mediterráneo -Italia y Sicilia- pero con estas nuevas aportaciones
Castilla se abría al Atlántico. Gracias a las bulas "Inter
Caetera" (mayo de 1493) el papa Alejandro
VI concedió la soberanía de las tierras descubiertas -aunque
Colón pensaba que había llegado a las Indias-. Será este mismo
pontífice quien otorgue a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos
en 1494 -posiblemente para compensar al título de "Rey
Cristianísimo" que ostentaban los soberanos franceses- que
también disfrutarán todos sus herederos. Dentro de la política
exterior conviene destacar la política de enlaces diseñada por los
reyes para sus hijos. Todos los matrimonios están encaminados a
aislar a Francia: Isabel casaría con el príncipe portugués don
Alfonso y al enviudar, con su heredero, don Manuel
el Afortunado; Juan casará con Margarita
de Austria, hija del emperador Maximiliano
I y María de Borgoña; Juana
contraerá matrimonio con Felipe
de Austria, también hijo del emperador; María se casará con
su cuñado, el viudo don Manuel de Portugal; Catalina será la
primera esposa de Enrique
VIII de Inglaterra. Portugal, el Imperio e Inglaterra, rodeando
con sus vástagos al reino francés. El diseño de Fernando no podía
ser más perfecto. La muerte del príncipe Juan en 1497 provocará a
doña Isabel una depresión, quizá por motivos sucesorios. El
fallecimiento de Isabel (1498) y su hijo Miguel (1500) -heredero de
las coronas de Portugal por su padre, Castilla por su abuela y Aragón
por su abuelo- aumentarán la desazón en la reina que fallecerá en
Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504, víctima de un cáncer.
El testamento deja como heredera y propietaria de la Corona de
Castilla a su hija Juana. El cadáver de doña Isabel fue llevado a
Granada donde será enterrado, pudiéndose apreciar hoy en día un
precioso mausoleo -realizado por Domenico Fancelli- en la Capilla
Real granadina, acompañada de su esposo Fernando.
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Fernando el Católico
(1452-1516)
El 10 de mayo de 1452 nacía en la localidad zaragozana de Sos el
hijo primogénito del rey aragonés Juan
II y su segunda esposa, la castellana Juana Enríquez, hija de
don Fadrique Enríquez, almirante de Castilla. Las Cortes de
Calatayud le juran como heredero de la corona de Aragón en 1461,
tras la muerte de su hermanastro Carlos, el príncipe de Viana.
Antes de su matrimonio conocemos algunas aventuras amorosas del
joven galán con una tal Aldonza Roig. Como resultados de estos
amores nacerán dos hijos naturales: Alfonso -que será nombrado años
más tarde arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón- y Juana -futura
esposa de don Bernardino Fernández de Velasco, condestable de
Castilla-. Durante del matrimonio también mantuvo relaciones
extraconyugales, naciendo dos hijas llamadas María de Aragón que
pasarían sus días en un convento de agustinas de los alrededores
de Madrid. En 1468 fallece doña Juana Enríquez y el príncipe
Alfonso es nombrado corregente del reino aragonés y rey de Sicilia,
posiblemente para dotar al joven de un reino con el que fortalecer
su próximo matrimonio con Isabel
de Castilla, princesa de Asturias en esos momentos. El 7 de
enero se firma un protocolo entre los futuros esposos por el que
Fernando se compromete a actuar en estrecha colaboración con Isabel
y adoptar las decisiones en común. El enlace no satisface a Enrique
IV por lo que se realizará de incógnito. Fernando parte a
tierras castellanas en octubre de ese año y el día 19 se celebrará
el matrimonio, oficiado por el arzobispo Carrillo quien proporciona
a la pareja una dispensa papal falsa, necesaria debido a tener como
antepasado común a Juan
I de Castilla. Esta situación será regularizada por Sixto
IV en 1471. Los siguientes meses serán de absoluto aislamiento
para los esposos que ven como la mayoría de los nobles toman
partido por la
infanta Juana en la carrera por el trono castellano. En mayo de
1471 se producen las primeras adhesiones a los príncipes: el País
Vasco se decanta por Isabel y Fernando al tiempo que la poderosa
familia de los Mendoza va colocándose a su lado. La muerte de
Enrique IV -12 de diciembre de 1474- y la posterior autoproclamación
de Isabel como reina de Castilla -13 de diciembre de 1474-
sorprenderá a Fernando en Aragón. La guerra civil castellana está
servida y el aragonés quiere mover sus cartas. Se proclama el único
descendiente varón vivo de Enrique IV y se presenta como candidato
al trono castellano. Esta actuación motivará la firma entre los
esposos de la concordia de Segovia -15 de enero de 1475- en la que
se establece absoluta igualdad entre ambos en el ejercicio del poder
real - a pesar de que el nombre del rey debe anteceder al de la
reina, al igual que las armas de ambos-, norma que también se
seguirá posteriormente en Aragón. De esta manera los esposos se
presentan como un bloque consolidado, apoyado por un buen número de
nobles, ciudades y villas que desean el "buen gobierno del
reino", empujando a los monarcas a poner en marcha una política
de consolidación del poder real. La participación de Fernando en
la Guerra de Sucesión será determinante ya que Aragón apoyará a
los jóvenes esposos frente a Alfonso
V de Portugal y Luis
XI de Francia, que se inclinan por Juana. El inicial avance
portugués es frenado al tomar Fernando Zamora y obtener una
contundente victoria en la batalla de Toro -1 de marzo de 1476-. La
guerra estaba sentenciada al ser expulsados los franceses de
Fuenterrabía, aunque los focos de resistencia en Andalucía y
Extremadura aún tardarán tres años en ser apagados. El fin de la
guerra se sentencia en los Tratados de Alcaçovas -septiembre de
1479-. Desde ese momento la labor personal de Fernando e Isabel
resulta difícil de diferenciar, no sólo en Castilla sino también
en Aragón donde el rey Juan
II ha muerto en enero de 1479 siendo sucedido por Fernando. Los
especialistas hablan del germen del Estado Moderno en estos momentos,
poniéndose como objetivo los gobernantes la consolidación del
poder monárquico. Las medidas encaminadas a la organización del
reino castellano son de gran calado -creación de la Santa Hermandad
y del Consejo Real, regulación de la Hacienda Real, incorporación
de los maestrazgos de la Ordenes Militares a al corona la nombrar a
Fernando Gran Maestre de cada una de ellas, etc.-. Parece que la
actividad en Aragón no fue tan numerosa, destacando su actuación
en la resolución de los problemas de los campesinos de remensa a
través de la sentencia arbitral de Guadalupe (1486). Su intento de
sustituir a los diputados de la Generalitat catalana por otros
elegidos por el monarca no prosperó, teniendo mayor éxito en la
implantación de la insaculación para la elección de cargos en el
ayuntamiento barcelonés y de otras ciudades. El restablecimiento de
la Inquisición en la corona aragonesa trajo en un primer momento
problemas graves que acabaron con el asesinato del inquisidor Pedro
de Arbues. La respuesta fue contundente y la Inquisición se afianzó
en la corona. Siempre se ha hecho referencia al reparto de funciones
entre Isabel y Fernando, adjudicando a la soberana los asuntos
internos y al monarca los externos. En los asuntos de política
exterior Fernando demostró su capacidad política. Uno de los
primeros objetivos será poner punto final a la Reconquista, en unos
momentos en que el reino nazarí de Granada estaba dando muestras de
crisis y decadencia. La guerra duró diez años y en enero de 1492 Boabdil
entregaba las llaves de la ciudad, poniendo fin a siete siglos de
presencia musulmana en la península. A pesar de que la empresa se
presentó como iniciativa de la corona castellana, el papel desempeñado
por Fernando será crucial. También participó en la aventura
americana que permitiría a Colón
descubrir un nuevo continente, siendo uno de los valedores de las
Capitulaciones de Santa Fe. Pero las miras del rey estaban en la
defensa de los intereses aragoneses en el Mediterráneo y aquí
debemos hacer referencia a los asuntos italianos y norteafricanos.
En el norte de Africa se toman importantes plazas: Melilla (1497),
Mers-el-Kebir (1505) y Orán (1509) estableciéndose protectorados
en Bujía, Trípoli y Argel. El Magreb parecía estar ocupado por la
corona hispánica cuando la derrota en la isla de Gelves (1511) hizo
despertar del sueño. El control de unas cuantas plazas fuertes será
el resultado de dicha derrota, poniéndose de manifiesto la
fortaleza del Imperio Turco en el Mediterráneo oriental. En Italia
la corona de Aragón controlaba Cerdeña y Sicilia mientras que Nápoles
estaba gobernado por Ferrante, hijo natural de Alfonso
V el Magnánimo. Carlos
VIII de Francia también tenía intereses en la península y
alcanzó un trato con Fernando: la devolución a Aragón del Rosellón
y la Cerdaña -perdidos en la reciente guerra catalana- a cambio de
libertad de actuación francesa en Italia -Tratado de Barcelona,
1493-. Pero la intervención del monarca francés en Nápoles
motivará que Fernando organice una Liga Santa junto al emperador Maximiliano,
el papa Alejandro
VI, Milán y Venecia. Don
Gonzalo Fernández de Córdoba dirigirá las tropas aliadas que
serán derrotadas en Seminara pero que reaccionarán
contundentemente en los próximos años y obligaran a Francia a
establecer la retirada. Luis
XII de Francia vuelve a la carga, ahora de manera diplomática y
firma con Fernando el Tratado de Granada (1500) por el que se
reparte el reino de Nápoles. Las aplicaciones del tratado traerán
complicaciones y estallará de nuevo la guerra, obteniendo don
Gonzalo dos importantes victorias en Ceriñola y Garellano (1503)
siendo incorporado el reino de Nápoles a la corona aragonesa dos años
después. La política matrimonial desarrollada por los Reyes católicos
-título obtenido en 1494 de manos de Alejandro VI- tendrá como
objetivo aislar a Francia, buscando como aliados de los reinos hispánicos
a Portugal, el Imperio e Inglaterra. Los enlaces serán los
siguientes: Isabel casaría con el príncipe portugués don Alfonso
y al enviudar, con su heredero, don
Manuel el Afortunado; Juan casará con Margarita
de Austria, hija del emperador Maximiliano
I y María de Borgoña; Juana
contraerá matrimonio con Felipe
de Austria, también hijo del emperador; María se casará con
su cuñado, el viudo don Manuel de Portugal; Catalina será la
primera esposa de Enrique
VIII de Inglaterra. El 26 de noviembre de 1504 Isabel fallece en
Medina del Campo dejando como heredera de Castilla a su hija Juana.
El testamento tiene un curioso párrafo: "cuando la Princesa,
mi hija, no estuviere presente en estos reinos o estando en ellos no
quisiere o no pudiere entender en la gobernación de ellos (...) el
rey Fernando, mi señor, rija, administre y gobierne los dichos mis
reinos y señoríos por la dicha Princesa" . Quizá por este párrafo
podemos deducir que Isabel aprecia ciertos trastornos mentales en su
hija y no desea que el reino caiga en manos de Felipe. Fernando se
hace cargo de Castilla como regente hasta la llegada de los nuevos
reyes que están en Flandes. Pero la nobleza castellana empieza a
dar muestras de preocupación y deseos de responder a los agravios
realizados anteriormente por los monarcas. Esta nobleza levantisca
apoya incondicionalmente a Felipe como rey quien también recibe el
apoyo de Luis XII de Francia y del Imperio. Una vez más Fernando da
muestras de su inteligencia política y firma con el rey francés la
paz de Blois (1505) por la que Luis renunciaba a sus derechos sobre
Nápoles y Fernando contraía matrimonio con la sobrina del monarca
francés, Germana de Foix. El matrimonio se celebró en Valladolid
el 18 de marzo de 1506 y a los pocos meses Fernando abandona
Castilla rumbo a sus posesiones de Aragón, evitando cualquier
problema con su hija Juana y Felipe. La muerte de El Hermoso el 25
de septiembre de 1506 vuelve a poner de nuevo a Fernando en la órbita
castellana. Juana da muestras de incapacidad mental y en el país
impera la anarquía por lo que Cisneros
decide llamar a Fernando en calidad de regente, iniciándose la
segunda regencia que abarcará entre 1507 y 1516. En el otoño de
1509 se encierra a Juana en Tordesillas al ser declarada loca -locura
por razones de Estado más que cuestiones psíquicas, posiblemente-
y ese mismo año fallece el pequeño Juan, hijo de Fernando y
Germana (3 de mayo de 1509). La energía caracteriza este segundo
periodo de regencia imponiendo fuertes castigos a la nobleza
levantisca, siendo el episodio más destacado la invasión de
Navarra en 1512. La invasión del reino vecino se encuadra en las
luchas contra Francia ya que el pequeño estado era un fiel aliado
francés. La excomunión de Julio
II al monarca francés se hizo extensiva a Navarra y Fernando
ordenó al duque de Alba la invasión que se consumó con la rendición
de Pamplona el 25 de julio de 1512. Antes de morir Fernando redactó
dos testamentos; en el primero de mayo de 1512 dejaba al infante
Fernando como regente en espera de la llegada de Carlos
I. Sin embargo este testamento será modificado en enero de 1516
al designar al cardenal Cisneros como regente de Castilla. En un
delicado estado de salud, Fernando emprendió un viaje a Andalucía
para organizar una gran armada contra los turcos pero antes de
llegar la comitiva regia a Madrigalejo (Cáceres) el rey fallecía.
Era el 23 de enero de 1516 y las coronas de Castilla y Aragón iban
a parar al joven Carlos quien se hacía proclamar rey en Bruselas el
14 de marzo de 1516.
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Fernández de Córdoba
(1453-1515)
Entre los militares más prestigiosos del reinado de los Reyes
Católicos destaca don Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido
como el Gran Capitán. Miembro de la casa de Aguilar, entró con
doce años al servicio del príncipe don Alfonso. Tras el
fallecimiento del príncipe, don Gonzalo es llamado por la reina Isabel
para incorporarse a su servicio. Casado con su prima Isabel de
Montemayor, pronto quedará viudo y sin descendencia, dedicándose
al oficio militar desde ese momento. Concretamente fueron las
guerras de Granada donde se produjo su incorporación en el ejército,
destacando en la toma de Illara y en el sitio de Tájara. Gracias a
su amistad con Boabdil
el Chico, los Reyes Católicos le encargaron las negociaciones
que finalizaron con la toma de Granada el 2 de enero de 1492. El señorío
de Orvija, determinadas rentas sobre la seda y la encomienda de la
orden de Santiago fueron las recompensas obtenidas por los
excelentes servicios prestados a la Corona. Italia sería el nuevo
frente abierto tras Granada. La invasión francesa de Nápoles motivó
la participación española en el conflicto en ayuda del rey
napolitano, siendo don Gonzalo el militar elegido para encabezar los
ejércitos. Tras dos años de lucha, Córdoba consigue una exitosa
victoria, obteniendo el merecido sobrenombre de Gran Capitán así
como el título de duque de Santángelo. La firma del Tratado de
Granada en 1500 ponía aparentemente fin a las disputas entre España
y Francia por el territorio napolitano. Ambos países se repartían
el reino meridional italiano: la zona norte correspondía a los
franceses mientras la sur a los españoles. Pronto se rompió el
inestable equilibrio al conquistar Francia algunas plazas. El
fantasma de la guerra se cernía sobre Nápoles de nuevo y don
Gonzalo era enviado al frente de batalla Tras resistir algunos
sitios en diferentes plazas, las tropas españolas conseguían
vencer a los soldados franceses en dos míticas batallas: Ceriñola
y Garellano, falleciendo en la primera de ellas el jefe de los ejércitos
galos, el duque de Nemours. Nápoles quedaba definitivamente bajo
influencia española gracias a la hábil estrategia de don Gonzalo
quien acabó con la medieval guerra de choque al dotar de mayor
responsabilidad a la infantería y emplear la táctica de
defensa-ataque. Tras el fallecimiento de Isabel en 1504, don Fernando
y Gonzalo inician un distanciamiento que provocó la retirada de Córdoba
del gobierno napolitano. Posiblemente los ligeros deseos
independentistas del territorio que podían ser encabezados por el
Gran Capitán llevaron al rey católico a tomar la decisión. Don
Gonzalo regresó a España donde falleció en 1515, a pesar de
intentar obtener en numerosas ocasiones el necesario permiso real
para trasladarse al lugar donde consiguió todos sus triunfos.
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García
de Paredes, Diego (1466-1530)
Militar español. Intervino en las guerras de Granada junto al Gran
Capitán y luego dirigió la guardia pontificia de Alejandro VI,
aunque se incorporó al ejército español durante las campañas de
Italia. Dejó escrita su 'Vida', que aparece recogida en las 'Crónicas
del Gran Capitán'. Fue llamado el Sansón de Extremadura por su
extraordinaria fuerza.
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Francisco
de los Cobos (1477-1557)
Carlos I depositó su confianza en muy pocas personas debido a su
reservado carácter. Una de ellas fue don Francisco de los Cobos,
quien, tras una dilatada carrera, alcanzó el importante cargo de
secretario del rey. Don Francisco pertenecía a una modesta familia
andaluza con residencia en Ubeda. Su tío, Diego Vela Allide, obtuvo
los cargos de contador y secretario, siendo la persona responsable
de que el joven Francisco llegara a la corte, formando parte de su
servicio. Poco después, Francisco pasó a la casa de don Hernando
de Zafra, siendo su criado y recibiendo su confianza, lo que permitió
el ascenso a escribano de cámara y público en 1503 Muerto don
Hernando, Cobos pasaba al servicio de Lope Conchillos, ocupando el
cargo de oficial de la Secretaría de Indias. Lentamente iba
consolidando su posición administrativa al ser nombrado Contador
mayor de Granada (1508), regidor de Ubeda ese mismo año, encargado
del registro de concesiones, pagos y mercedes directamente por Fernando
el Católico (1510) y regidor de Granada (1511). El
fallecimiento de don Fernando provocó un viaje de Francisco a
Flandes con el fin de cortejar a los consejeros del nuevo rey, Carlos
I. El viaje cumplió sus expectativas y Cobos consiguió el
apoyo de Guillermo de Croy, señor de Chievres, siendo nombrado
secretario del rey el 12 de diciembre de 1516. La escalada de Cobos
continuaría a su regreso a Castilla ya que pronto sustituyó al caído
en desgracia Conchillos como presidente de la Secretaría de Indias
al tiempo que aumentaba su confianza con Carlos, acompañando al rey
en su viaje a Flandes y Alemania del año 1520 y convirtiéndose en
el principal asesor de las cuestiones españolas. Su posición mejoró
tras su matrimonio con María de Mendoza en octubre de 1522 al
emparentar con una de las familias de mayor prestigio en el panorama
castellano, aliada tradicional de los monarcas. No exento de
refriegas políticas, Cobos alcanzaba su techo cuando fue nombrado
Consejero de Estado en 1529, acudiendo como tal a la coronación de
Carlos como emperador en Bolonia al año siguiente. Su papel como
colaborador del emperador motivará sus continuos viajes acompañando
a Carlos, participando incluso en la expedición a Túnez del año
1535. Las recompensas llegaron de la mano de nuevos nombramientos
como comendador mayor de León, adelantado de Cazorla, señor de
Sabiote y contador mayor de Castilla. Los últimos años de Cobos
pasaron en intentar sacar la economía castellana de las primeras
dificultades que empezaba a padecer por las continuas campañas
militares llevadas a cabo en Europa para mantener su puesto hegemónico.
El propio Felipe
II recibía de su padre las instrucciones pertinentes durante su
regencia para el gobierno de la nación, incluyendo en ellas el
seguir el sabio consejo de don Francisco. El 10 de mayo de 1547
fallecía este insigne político andaluz en su localidad natal de Úbeda,
tras un año de complicada enfermedad.
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García
de Loaysa y Mendoza (1479-1546)
Miembro de una noble familia toledana, a los 17
años tomó el hábito dominico en el Convento de San Esteban de
Salamanca, perteneciente a la Orden de los Predicadores. Profesó en
los conventos de Peñafiel y el de Santo Tomás de Avila,
continuando sus estudios de teología en el Colegio de San Gregorio
de Valladolid. Será nombrado vicario de la provincia dominicana de
España y provincial de la misma, siendo elevado en 1518 a general
de los dominicos, cargo en el que se mantuvo durante cinco años. En
1524 es propuesto por Carlos
I para el obispado de Osma (Soria) cargo que mantendría hasta
que en 1532 lo canjeó por el de Sigüenza, cuya remuneración era más
alta. Siete años después alcanzó la diócesis arzobispal de
Sevilla que ya mantuvo hasta el final de su vida. El cardenalato lo
había obtenido en 1530 de manos de Clemente
VII, durante su estancia en Bolonia para coronar emperador a
Carlos V. La trayectoria política de García de Loaysa posiblemente
será más brillante que la episcopal. En 1521 actuaría como
mediador entre la Santa Junta Comunera y la Corona, después de ser
acusado por el Consejo Real de Castilla de complaciente con la causa
comunera, posiblemente por ser la Orden dominica la que más
simpatizaba con los rebeldes. En 1523 pasará a desempeñar el
influyente cargo de confesor de Carlos I y al año siguiente es
nombrado presidente del Consejo de Indias, la primera persona que
ocuparía este importante cargo. Desde este lugar se opondrá a todo
tipo de humillación para con los indígenas, apoyando
fervientemente la causa de Las
Casas e interviniendo en la elaboración y promulgación de las
Leyes Nuevas (1542-43) en las que se suprimía el régimen de encomienda.
También participó en el litigio que los Colón
había establecido con la Corona por las aplicaciones de las
capitulaciones de Santa Fe, restringiendo en su sentencia los
honores y privilegios de la familia del descubridor (1536). Desde
1526 era miembro del Consejo de Estado por lo que su participación
en los asuntos de la época será fundamental. En 1530 es nombrado
embajador en Roma, destino que él consideró como un destierro. A
su regreso a España en 1535 formará parte del Consejo de Estado de
doña
Isabel, regente en aquellos momentos del país, y del Consejo de
Carlos cuando éste regresó. Esta será la práctica habitual
debido a los diversos viajes del emperador, permaneciendo Loaysa
integrado de cualquier manera en la cúpula del Estado. Continuó su
acumulación de nombramientos con el de comisario general del
Consejo de Cruzada y en 1545 será nombrado Inquisidor General. Al año
siguiente fallecerá.
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Leiva, Antonio de
(1480-1536)
Capitán español. Pariente del Gran Capitán, a cuyas órdenes
intervino en Italia. Destacó en la defensa de Pavía (1524-25), que
le valió el nombramiento de gobernador del Milanesado y príncipe
de Ascoli, y venció de nuevo a los franceses en 1528,
reconquistando la plaza. En 1533 fue nombrado jefe de la Liga
formada por Carlos V en Italia, a quien acompañó en las campañas
de Africa, y del mediodía de Francia, donde murió.
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Fernando
Francisco de Avalos (1490-1525)
Militar español, residente en Nápoles, marqués de Pescara. Fue
uno de los más ilustres militares de Carlos V. Contribuyó a la
conquista del Milanesado (1521) y derrotó a los franceses en Bicoca
(1522). Destacó en Pavía y dirigió las tropas imperiales que
ocuparon el Milanesado. Casó con la poetisa Vittoria Colonna.
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González
de Celorigo, Martín (s. XVI)
Economista español. Culminó el análisis de la economía española
de este siglo, iniciado a mediados de la centuria por Tomás de
Mercado y Luis Ortiz. Su obra más importante,'Memorial de la política
necesaria y útil restauración de la República de España', se
publicó en 1600. El pensamiento escolástico, después de descubrir
la circulación monetaria (Mercado, Azpilcueta) descubrió con él
el concepto de riqueza.
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Alfonso de Avalos
(1500-1546)
Militar español, residente en Nápoles, Marqués del Vasto.
Desde muy joven combatió en los ejércitos de Carlos V. Participó
en la batalla de Pavía (1525) y actuó contra Francia durante el
período de la Liga Clementina. Cayó prisionero ante Nápoles
(1528). Más tarde acompañó a Carlos V en la campaña de Túnez
(1535), e intervino en las guerras contra Francia. Nombrado
gobernador militar de Milán (1538), fue derrotado en Cerisoles
(1544), pero defendió luego el Milanesado contra los franceses.
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Carlos I de España y V de
Alemania (1500-1558)
El 24 de febrero de 1500 nacía en Gante Carlos I de España
y V de Alemania. Sus padres eran Felipe
de Habsburgo, conocido como El Hermoso, archiduque de Austria,
duque de Borgoña, de Luxemburgo, de Brabante, de Güeldres y
Limburgo y conde de Tirol, Artois y Flandes, y doña Juana
de Castilla, heredera de la corona castellana y de la aragonesa.
Sus abuelos maternos eran nada menos que los Reyes
Católicos y los paternos el Emperador Maximiliano
I y doña María de Borgoña. Como heredero
de todos ellos al ser el primogénito, Carlos obtendrá uno de los
mayores imperios
del Renacimiento,
siendo uno de los primeros impulsores de la idea de unificación en
Europa, tomando la religión católica como el instrumento
unificador. La educación del joven príncipe corrió a cargo de su
tía Margarita
de Austria, mujer de gran cultura que inculcará en Carlos el
amor por las artes y la cultura. Como preceptor se hizo cargo del
muchacho el cardenal Adriano de Utrecht, futuro papa Adriano
VI. Desde los nueve años encontramos a otro personaje en el círculo
de Carlos: Guillermo de Croy, señor de Chievres, hombre de gran
codicia que se ganó la confianza del príncipe, durmiendo incluso
en la misma habitación que él con la excusa de que si el príncipe
se despertaba, tendría alguien con quien hablar. Aunque esta relación
no parece aparentemente positiva, el contacto de Carlos con
Guillermo de Croy le convertirá en un hombre de estado, acercándole
a los secretos del gobierno. En 1516 fallece don Fernando
el Católico, dejando vacante la corona de Aragón, mientras que
la corona castellana estaba en manos de doña
Juana, recluida en Tordesillas debido a su enajenación mental.
Esto convertía a Carlos en regente del reino de Castilla aunque en
realidad todo el poder quedaba en sus manos. Carlos embarcó en
Flandes con destino a la península ibérica, llegando a las playas
de Asturias en septiembre de 1517. El cardenal Cisneros,
regente de Castilla, acudió al encuentro con el nuevo rey, pero
falleció en Roa antes de que se produjera. El cardenal no sufrió
la humillación de ver como el monarca le entregaba la dimisión,
ingrata recompensa para un hombre que tanto había dado al reino. La
camarilla de flamencos que rodeaba al inexperto rey (tenía 17 años
y no sabía hablar castellano, por lo que no se podía comunicar con
sus súbditos) acaparó rápidamente todos los puestos de confianza,
iniciando una auténtica caza y captura de los caudales del reino
que salían de las fronteras para la financiación de los asuntos en
los Países Bajos. Lo primero que hizo Carlos en tierras españolas
fue visitar a su madre, encerrada en Tordesillas desde hacía más
de siete años. El encuentro entre madre e hijos (a Carlos le acompañaba
su hermana Leonor, futura esposa de Manuel
I de Portugal) fue emotivo ya que hacía más de doce años que
no se veían. Posiblemente el motivo de la visita sería la
legitimación de la decisión de coronarse rey (lo que había hecho
en Bruselas el 14 de marzo de 1516) cuando la legítima propietaria
de Castilla no había fallecido. Para solucionar este problema legal
y político, desde este momento en todos los documentos oficiales
figurarán el nombre de ambos soberanos, siempre el de la reina en
primer lugar. Otro problema le surge a la camarilla flamenca con don
Fernando,
el hermano menor de Carlos, nacido en Alcalá de Henares, criado y
educado en Castilla, con un amplio número de partidarios dispuestos
a coronarle. Incluso los Guzmán pensaron en llevar a Fernando a
Aragón donde sería coronado rey con el apoyo de doña Germana
de Foix, segunda esposa del Católico. Con el fin de eliminar
problemas, Chievres decidió enviar a don Fernando a Bruselas. Sin
embargo, las Cortes reunidas en Valladolid se opusieron a dicha
medida, exigiendo que Fernando permaneciera en España al menos
hasta que Carlos tuviera descendencia. Pero Chievres consiguió su
objetivo y envió al infante a Bruselas, saltándose la decisión de
la asamblea. Los ánimos estaban bastante encendidos ya que los
procuradores a Cortes (encabezados por el representante de Burgos,
Juan de Zumel) no admitían que la presidencia estuviera en manos de
un extranjero, Jean de Sauvage, ni los desmanes cometidos por los
flamencos. Por eso se realizaron una serie de exigencias al rey como
el respeto a las leyes de Castilla, el inmediato despido de los
extranjeros que tuviera a su servicio, el aprendizaje del castellano
y la ubicación de castellanos en los cargos más importantes.
Carlos juró respeto a las leyes castellanas y consiguió un crédito
de 600.000 ducados por un plazo de tres años. Superado el escollo
castellano, Carlos pone rumbo a Aragón donde las complicaciones
también estaban a la orden del día. En las Cortes aragonesas existía
un amplio grupo que quería nombrar príncipe-heredero a Fernando.
Tras meses de duros debates, las Cortes reconocieron a Carlos como
rey y le otorgaron un empréstito de 200.000 ducados. Después pondría
rumbo a Cataluña donde los tratos también se prolongaron en el
tiempo. Un año tuvo que estar el rey entre sus súbditos catalanes.
En Barcelona recibe la noticia de su elección como Emperador, el 28
de junio de 1519. Este nombramiento encenderá los ánimos en
Castilla, al considerar que los gastos de Carlos aumentarían
considerablemente. Rápidamente se extendieron las protestas desde
Toledo a las otras ciudades del reino, exigiendo la convocatoria de
una reunión de Cortes donde se recomendase al monarca que no se
marchara del país, que no permitiese el saqueo de las arcas
castellanas por los flamencos y que éstos abandonasen los cargos
que ocupaban. Las Cortes fueron convocadas en Santiago de Compostela,
pero con unos propósitos absolutamente diferentes. Los procuradores
eran reacios a las propuestas que les hacían los consejeros de
Carlos por lo que Gattinara decidió unilateralmente trasladar la
reunión a La Coruña, donde se concedió el ansiado subsidio con el
que Carlos se trasladaba a Alemania. El cardenal Adriano de Utrecht
quedaba como regente de un país en rebeldía. Desde que Carlos
marchó a Alemania (mayo de 1520) hasta su regreso a Castilla (julio
de 1522) se sucederán en España dos de los episodios más
destacables del siglo XVI: la revuelta de las comunidades
en Castilla y la rebelión de las germanías
en Valencia. Camino de Alemania, Carlos hizo escala en Inglaterra,
llegando a Aquisgran donde sería coronado Rey de Romanos en octubre
de 1520. Al recibir el nombramiento, el nuevo emperador se
compromete a mantener los derechos de los príncipes, mantener el
orden imperial, emplear oficiales alemanes en el interior de las
fronteras, restaurar el Consejo de Regencia y convocar una Asamblea
de los Estados. Dicha asamblea, denominadas Dietas, tiene lugar en
Worms en 1521. En esta reunión Fernando es nombrado regente del
Imperio y elevado al rango de archiduque. Lutero
es declarado proscrito, iniciándose el enfrentamiento religioso que
implica la expansión del luteranismo.
En la primavera de 1522 Carlos pone rumbo a España, haciendo una
escala en Inglaterra para firmar un acuerdo con Enrique
VIII con el fin de establecer la defensa
de ambos países contra Francia. En julio desembarcaba en
Santander y desde ese momento van a primar los asuntos exteriores
sobre la política interior. Y es que Carlos tendrá desde el primer
momento una idea imperial en su cabeza, imaginando una comunidad
supranacional de estados europeos unidos por la religión cristiana
y vinculados por la común pertenencia a la dinastía de los
Habsburgo. Esta es la razón por la que se considera a Carlos como
uno de los primeros impulsores de la Unión Europea. Lógicamente
estas ideas provocan una serie de obstáculos. El primero será
Francia, cuyas fronteras estaban rodeadas por los territorios de los
Habsburgo, algo similar a lo que le ocurre al Papado. Entre 1521 y
1544 Carlos va a involucrarse en cuatro guerras con Francisco
I de Francia, guerras en las que el emperador saldrá victorioso
en mayor medida. Esta es la razón por la que se considera a ambos
personajes como los últimos caballeros medievales, llegándose a
plantear el enfrentamiento mutuo en un duelo para solucionar los
conflictos. Muerto Francisco I será su sucesor, Enrique
II, quien continúe con el conflicto, obteniendo el francés una
contundente victoria. Con el fin de fortalecer sus relaciones con
Portugal, Carlos eligió como esposa a Isabel, la hija del rey
Manuel I de Portugal y María de Aragón, hija de los Reyes Católicos.
Los cónyuges eran primos hermanos lo que no eran una disculpa ya
que en la época los matrimonios entre los miembros de las familias
reales se consideraban una manera de mejorar la raza. Isabel era una
mujer muy atractiva, con unos bellos y grandes ojos azules y un
cuerpo esbelto, destacando por encima de su belleza su inteligencia,
como tendrá oportunidad de demostrar en sus numerosas regencias del
país. La boda se realizó en Sevilla el 11 de marzo de 1526,
pasando los novios la luna de miel en Granada. Parece que el amor
nació de manera inmediata entre los cónyuges, a pesar de que
Carlos ya tenía una hija, fruto de su relación con Margarita van
Gest durante su estancia en Flandes, en 1522. Margarita
de Austria será el nombre de la primera hija ilegítima de don
Carlos. Uno de los momentos más importantes para Carlos será su
coronación como emperador que tuvo lugar en Bolonia el 24 de
febrero de 1530, el mismo día de su cumpleaños. Clemente
VII se convertía en aliado de la causa imperial al imponer a
Carlos la corona de hierro de los longobardos. Los cronistas nos
cuentan que para pasar del palacio donde se alojaba el séquito
imperial hasta la catedral de San Petronio se había colocado una
pasarela, que se rompió en el momento de pasar la comitiva. Todo
quedó en un gran susto, solventado por las fiestas que se
celebraron. El acuerdo con el papa que permitió la coronación
obligará a Carlos a la defensa de los territorios de la Iglesia,
sometiendo Florencia y llegando a un acuerdo con Venecia. De esta
manera se pacificaba temporalmente la península italiana. El nuevo
enemigo procede ahora de Turquía
y tiene un nombre propio Solimán
I. En este nuevo frente de conflicto destaca la toma de Túnez
por las tropas imperiales el 21 de julio de 1535. Dos duros golpes
va a soportar Carlos en 1539. El fallecimiento de su esposa el 1 de
mayo de 1539 provocó su hundimiento, retirándose al monasterio de
la Sisla durante dos meses, tiempo en el que no permitió ningún
tipo de visitas. Cuando parecía lago recuperado le llega la noticia
del motín que se produce en su ciudad natal, Gante. El
levantamiento había sido provocado por la negativa de los
ciudadanos a pagar impuestos para sufragar las guerras contra
Francia, incitando a la revuelta a las ciudades vecinas. Para
sofocar la rebelión, Carlos cruzó Francia invitado por Francisco y
cuando llegó a Gante la revuelta se sofocó, con su sola presencia.
Nueve dirigentes fueron ejecutados, la villa perdió sus privilegios
y tuvieron que pagar una indemnización, siendo obligados a mantener
una guarnición. Como hombre de acción, una vez tranquilizados la
mayoría de los frentes, Carlos se enzarzó en una nueva empresa: la
expedición contra Argel en octubre de 1541, encontrándose con una
tempestad que provocó la pérdida de 14 galeras y unas 100
embarcaciones menores. La operación resultó un fracaso y el
emperador ordenó reembarcar. Un nuevo frente de conflicto se cierne
sobre el Imperio, siendo uno de los mayores fracasos cosechados por
Carlos. La cuestión protestante motivará un gravísimo problema en
Alemania, consiguiendo imponer el emperador la fuerza en la batalla
de Muhlberg (24 de abril de 1547), inmortalizado por Tiziano
en un excelente retrato ecuestre. Sin embargo, esta euforia no es
muy duradera ya que los alemanes se aliaron con Enrique II de
Francia, quien tomó las plazas imperiales de Metz, Toul y Verdún,
al tiempo que los turcos tomaban Trípoli y Mauricio de Sajonia
traicionaba la confianza de Carlos y le atacaba en Innsbruck,
pudiendo escapar por los nevados pasos de los Alpes para salvarse en
Italia. Las amenazas eran continuas y las dificultades financieras aún
peores, por lo que Carlos, cansado y decepcionado, decidió abdicar.
El 25 de octubre de 1555, ante los Estados Generales reunidos en
Bruselas, el emperador dejaba la soberanía de los Países Bajos en
manos de su hijo Felipe. Tres meses más tarde, el 16 de enero de
1556, renunciaba a las coronas de Castilla, León, Aragón-Cataluña,
Cerdeña y Sicilia a favor de Felipe. En septiembre del mismo año
abdicaba el gobierno del Imperio en su hermano Fernando
y se embarcaba rumbo a España. En febrero de 1557 llega al
monasterio de Yuste con el fin de descansar, disfrutar de la comida
y de la tranquilidad, ganada tras casi 30 años de intenso ajetreo.
En Yuste fallecía Carlos I de España y V de Alemania el 21 de
septiembre de 1558.
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Espinosa, Diego
de (1502-1572)
Político y eclesiástico. Ocupó el cargo de oidor de la
audiencia de Sevilla y en 1566 Felipe II le nombró inquisidor
general y presidente del Consejo de Castilla. Gozó de gran
influencia en el Consejo de Estado y fue uno de los inspiradores del
decreto contra los moriscos, que provocó el levantamiento de las
Alpujarras. En cambio, ante la sublevación de los Países Bajos,
defendió, junto al Duque de Eboli, una política transigente. Fue
nombrado cardenal en 1568.
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Duque
de Alba (1507-1582)
La figura del duque de Alba se encuentra entre las más
importantes de la historia del siglo XVI español. Su labor como
militar implicado en los conflictos más destacados de su tiempo se
compagina con la de cortesano, estableciendo a su alrededor un
importante grupo de poder que recibirá la denominación de partido
albista, enfrentado a los ebolistas de Ruy Gómez y Antonio
Pérez. Don Fernando fue educado en las armas por su abuelo,
Fadrique Alvarez de Toledo, ilustre militar que había participado
en numerosas campañas con los Reyes
Católicos y Carlos
I. En 1522 don Fernando, con quince años, contrae matrimonio
con María Enríquez, miembro de una de las más prestigiosas
familias castellanas, lo que nos muestra la importancia de la política
matrimonial en la alta nobleza De este enlace nacerán dos hijos:
Fadrique y Diego. Pronto el de Alba decidió participar en la guerra,
abandonando su hogar para ponerse a las órdenes del condestable de
Castilla y rendir Fuenterrabía (1524). Esta hazaña le valió su
entrada en el ejército imperial con el que participara en la toma
de Argel (1535) y en la famosa batalla de Mühlberg (1547) donde el
emperador vencerá a los protestantes.
Con el nuevo monarca, Felipe
II, don Fernando tendrá un destacado papel tanto militar como
político, defendiendo los postulados más rígidos e intransigentes
con los que afianzar el papel de España en Europa. Participará en
las guerras de Italia y en Flandes donde su papel será destacado
como sofocador de la
revuelta, lo que motivará el encendido odio de la población
hacia su persona. Como gobernador de los Países Bajos promovió la
creación del Tribunal de los Tumultos e impulsó nuevos tributos lo
que convirtieron su gobierno en tremendamente impopular, propiciando
su caída en 1573. De regreso a España fue apresado por el rey ya
que don Fernando apoyaba el matrimonio de su hijo Fadrique frente al
rechazo del monarca. Debemos considerar que los enlaces
matrimoniales de la nobleza debían contar con el beneplácito real.
Pero rápidamente el de Alba participará en un episodio militar: la
conquista
de Portugal tras ser Felipe II nombrado rey del país vecino en
las cortes de Thomar (1580). Su heroico papel motivará el
nombramiento de condestable de Portugal y miembro de la Orden del
Toisón de Oro. Poco tiempo tuvo de disfrutar de ambos honores ya
que don Fernando falleció en Lisboa en 1582, a los 75 años.
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Ruy
Gómez de Silva, Príncipe de Eboli (1516-1573)
El matrimonio de Carlos
I con Isabel
de Portugal va a provocar la llegada de un importante número de
cortesanos portugueses a Castilla entre los que encontramos a Ruy Téllez
de Meneses, mayordomo mayor de doña Isabel. Este hombre era el
abuelo de Ruy Gómez de Silva, hijo de don Francisco de Silva y doña
María de Noroña, señores de Ulme y de la Chamusca, localidad
donde nació Ruy en 1516. Su calidad de segundón motivó que acompañara
a su abuelo en el traslado a Castilla, entrando como menino al
servicio de la Emperatriz. El nacimiento del príncipe
Felipe en 1527 motivará la cercanía de Ruy al pequeño, siendo
compañero habitual de juegos y uniéndoles una estrecha amistad. En
1548 Ruy es nombrado uno de los cinco gentileshombres de cámara del
príncipe lo que indica el inicio de su carrera política. Cuando Gómez
contaba con 36 años, Felipe pensó que debía casar a su fiel amigo
y compañero, eligiéndose como candidata a doña Teresa de Toledo,
hermana del marqués de la Velada. Doña Teresa eligió el
matrimonio con Dios y se hizo monja por lo que se tuvo que tomar una
nueva candidata. La preferida por Felipe era doña Ana
de Mendoza, hija de los condes de Mélito, una de las mujeres más
atractivas de la corte a pesar de haber perdido un ojo. Ana contaba
con doce años de edad, lo que no fue inconveniente para que se
llevara a cabo el matrimonio. Celebrada la ceremonia, Ruy se trasladó
con Felipe a Inglaterra donde el monarca se casó con María
Tudor. La estancia inglesa duró hasta 1559. Una vez en Castilla,
la confianza de Felipe fue creciendo, recibiendo todo tipo de cargos
y honores: consejero de Estado y Guerra, contador y mayordomo del príncipe
don Carlos y príncipe de Eboli. El nuevo título procedía de
tierras italianas, tierras que fueron vendidas por Ruy para adquirir
otras en la Alcarria, más cercanas a Madrid y de mayor agrado para
Gómez. El agradecimiento de Felipe a la colaboración prestada se
consumó con el nombramiento de duque de Estremera, título que Ruy
cambió en 1572 por el ducado de Pastrana donde fundó su mayorazgo
y casa. No tuvo mucho tiempo de disfrutarlo ya que falleció el 29
de julio de 1573.
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Felipe II (1527-1598)
Rey de España de 1556 a 1598. Hijo del Emperador Carlos. Su padre
le preparó con mucho cuidado para el ejercicio del poder y le grabó
en la mente la importancia del sentido del deber. Felipe siguió al
pie de la letra sus instrucciones pues sentía por él auténtica
veneración. De personalidad recelosa, sólo se sentía seguro entre
sus papeles de estado, que releía incansable, subrayándolos y anotándoles,
sin precipitarse nunca en la toma de decisiones. Felipe II se
autodominaba perfectamente, no manifestando sus sentimientos, dedicándose
con energía a sus ocupaciones. Su vida privada estuvo preservada en
el Monasterio de El Escorial, donde, encerrado con sus libros y sus
cuadros vivió una existencia solitaria. El conjunto arquitectónico
de El Escorial, construído por Juan de Herrera y Juan Bautista de
Toledo, representa excepcionalmente al personaje y a su época. A su
llegada a España en 1559 se encontró con gravísimos problemas.
Además de los graves asuntos económicos, la debilidad del poder
real se había incrementado y en algunas ciudades aparecieron grupos
protestantes. Tuvo una fuete preocupación por la ortodoxia
religiosa. Su lucha por la defensa del Catolicismo fue tan intensa
que en muchas ocasiones su política se supeditaba a la Religión.
Felipe II estuvo imbuído de la idea de la monarquía por la gracia
de Dios y carismática. Consideraba que su voluntad era la de todos
sus súbditos. Su autoridad descansó en una santidad personal que
ejerció un poder mágico sobre los gobernados. Su política se basó
en la idea de unidad y de Estado unificado, y tuvo carácter
esencialmente religioso. No confió en que el Papa podría contener
el avance de la herejía, y quiso hacer de España una fortaleza a
prueba de herejías y desviaciones. Aunque tuvo una enorme capacidad
de trabajo, necesitaba colaboradores. Uno de estos, Antonio Pérez,
llegaría a tener un inmenso poder en la corte. El Rey comprendería
muy tarde la inmoralidad de este secretario suyo. Al final, le
confinó en prisión, pero escapó a Aragón, y más tarde a Francia
e Inglaterra, donde vendió los secretos de estado a los enemigos de
España, contribuyendo en parte al nacimiento de la Leyenda Negra.
Un grave problema de su política interior fue la sublevación de
las Alpujarras. Los moriscos era una minoría no asimilada, y se temía
su alianza con los turcos. Su insurrección en 1568, como respuesta
al cambio que habían sufrido sus condiciones de vida, tuvo una gran
importancia y repercusión. El levantamiento fue sofocado, pero el
problema no se solucionó y se ordenó su dispersión por los
territorios castellanos. Su política exterior fue muy activa. En el
Mediterráneo Italia se sometería a la política española, y
pacificado este territorio, Felipe II pudo dedicar sus esfuerzos a
la contención del turco. La defensa de Malta significó el freno de
la ofensiva turca hacia el Mediterráneo occidental. Este espíritu
quedó patente y triunfante en la batalla naval de Lepanto en 1571.
Una vez conseguido el equilibrio entre Turquía y España, ésta
pudo cancelar de momento su política mediterránea y dedicar sus
esfuerzos a otros problemas surgidos en el centro de Europa,
concretamente en los Países Bajos. En este caso la rebelión y la
herejía iban unidas. Felipe II optó por la represión para
solucionar los dos problemas, y envió al Duque de Alba para
restablecer el orden. El monarca estaba convencido de que se trataba
de una conspiración internacional. La incorporación a la corona en
1580 del reino de Portugal fue un hecho especialmente significativo.
Reinó sobre el imperio más extenso de la Historia, y ejerció un
control casi absoluto sobre el Atlántico. Ante la creciente
intervención inglesa en los Países Bajos en apoyo de los rebeldes
y la creciente ola de piratería inglesa en el Atlántico, Felipe II
optó por el plan de invadir Inglaterra. Una gran flota se construyó
principalmente en Lisboa. El fracaso de la expedición 1588 fue
debido principalmente a las inclemencias del tiempo y a la carencia
de un puerto para embarcar los tercios de los Países Bajos. Los
historiadores ingleses han considerado este fracaso como una
victoria debida la actuación de sus marinos, aunque en realidad el
efecto de éstos no tuvo consecuencias definitivas. Felipe II, al
recibir las noticias, reaccionó en su manera habitual, con
estoicismo, exclamando: Envié mis barcos contra los hombres, no
contra las tempestades. Mucho se ha escrito acerca de la
decadencia de España a partir de este suceso. Sin embargo, aunque
fue un golpe duro, no constituyó un cambio de singular importancia
en la situación europea o americana. Las naves españolas
continuaron dominando los mares y los tercios españoles siguieron
triunfando en los campos de Europa por más de cincuenta años,
hasta la batalla de Rocroi, a mediados del siglo siguiente. En 1596,
por el tratado de Greenwich se plasmó una coalición occidental
entre Inglaterra, Francia y Holanda contra el Imperio de Felipe II.
Durante su reinado la cultura tuvo un gran florecimiento.
Proliferaron las universidades, siendo las de Alcalá y Salamanca
las más destacadas. Brilló la literatura y el arte, que tuvo un
marcado carácter religioso. Murió en su celda de El Escorial,
dejando graves problemas al único hijo varón que le sobrevivió,
el príncipe Felipe. Con cierta amargura había exclamado en cierta
ocasión: Dios, que me ha dado tantos reinos, no me ha dado un
hijo que los pueda gobernar. Los historiadores extranjeros han
sido extremadamente injustos al enjuiciar la personalidad y la obra
de este Rey. La propaganda generada por la política exterior del
período, sobre todo por hallarse Francia, Inglaterra, Italia y los
Países Bajos a la sombra del coloso español, y con frecuencia en
el lado perdedor de las batallas, ha enturbiado el juicio de los
historiadores, que describen a Felipe como un monstruo. Nada más
lejos de la verdad. (Biografías Universales)
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Duque
de Lerma (1533-1625)
Dice una coplilla popular que "para no morir ahorcado, el
mayor ladrón de España se vistió de colorado" en clara alusión
al duque de Lerma ya que consiguió el capelo cardenalicio momentos
antes de su caída, evitando así todo tipo de procesos que le
hubieran condenado, sin lugar a dudas. Y es que el duque de Lerma
puede ser considerado como el paradigma de la corrupción en España,
cosechando todo tipo de honores y prebendas gracias a su posición
privilegiada como valido del rey Felipe
III. Don Francisco era miembro de una noble familia; sus padres
eran don Francisco de Sandoval, marqués de Denia, y doña Isabel de
Borja, hija del duque de Gandía. Fue educado en la corte madrileña
por su tío don Cristóbal de Rojas Sandoval, arzobispo de Sevilla,
quien consiguió introducir al joven Francisco como menino del príncipe
don Carlos.
A los 22 años muere su padre y queda como cabeza de su linaje,
aunque las deudas eran mayores que las rentas percibidas. Lerma
pelea por restaurar la potencia económica de su casa y cinco años
después consigue el cargo de gentilhombre de cámara del rey,
primer escalón de su ascenso político. En 1592 pasa a ocupar el
mismo cargo en la casa del príncipe Felipe, con el que establece
una relación muy especial, ganándose la confianza del joven
gracias a los continuos regalos. Resultaba esta política equivocada
para sus intereses económicos, pero podemos decir que fue una
excelente inversión a largo plazo, de la que obtuvo cuantiosos
beneficios. Sebastián de Moura, consejero real, vio con temor la
dependencia del joven príncipe respecto a don Francisco, por lo que
recomendó a Felipe II que nombrara a Lerma virrey de Valencia, con
el fin de alejarle de la corte. Dos años más tarde regresaba a
Madrid por expreso deseo del joven Felipe quien facilitó a su amigo
el nombramiento de caballerizo mayor en 1598, el mismo año que
Felipe II fallecía y Felipe
III accedía a la corona. Este momento supone el inicio de la
vertiginosa carrera de don Francisco. Inmediatamente ocupó los
cargos de caballerizo mayor y sumillers de corps, convirtiéndose en
la sombra del rey y limitando el acceso de otros personajes a él.
Su primera decisión fue sustituir a la mayoría del aparato
administrativo del reinado anterior, creando un equipo de
colaboradores de su máxima confianza en los que incluyó a
numerosos miembros de su familia. Los puestos más importantes
cayeron en manos de su círculo de familiares y amigos,
estableciendo una red de patronos y clientes encabezada por don
Rodrigo Calderón. En 1599 recibió el título de duque de Lerma,
hasta ahora sólo ostentaba el marquesado de Denia, convirtiéndose
en Grande de España. Pero su mayor triunfo consistió en el
traslado temporal de la corte a Valladolid (1601-1606) con el fin de
alejar al rey de la negativa influencia de su tía María, retirada
al convento de las Descalzas Reales de Madrid. Esta operación de
cambio de la corte supuso importantes beneficios económicos para el
valido. Lerma ampliaba su poder consiguiendo del rey todo tipo de
rentas, favores, mercedes y oficios, hasta el punto de tener en su
poder el sello real. Felipe III era un mero pelele en manos de su
valido que se ocupaba de organizar la vida del monarca para
contentarle: viajes a diversas partes del reino, cacerías, comidas,
etc. Toda las decisiones políticas que se tomaron entre 1599 y 1618
contaron con el visto bueno de Lerma, especialmente las relacionadas
con la firma de la tregua con los Países Bajos de 1609 y la expulsión
de los moriscos de ese mismo año, dos de los episodios más
importantes de su privanza. Lentamente empezaron a surgir voces
opositoras, especialmente alrededor de la reina Margarita, iniciándose
una serie de investigaciones que desentrañaron el complejo
entramado de corrupción existente. Franqueza y Ramírez de Prado
fueron las primeras víctimas de las incipientes persecuciones
iniciadas por el visitador Fernando Carrillo. La siguiente caída
fue don Rodrigo Calderón, la mano derecha de Lerma. A partir de
1612 aumentan las voces de oposición al régimen, encabezada por
los militares llegados de Flandes debido a la paz y apoyadas por el duque
de Uceda, el confesor real Aliaga o Zúñiga. La presión
ejercida por este nuevo grupo, al tiempo que Lerma tenía cada vez más
dificultades para colocar en los puestos principales a gente de su
confianza, motivará que don Francisco solicite el capelo
cardenalicio a Roma con el objetivo de salvarse de una más que
evidente persecución política y judicial. En 1618 consigue el
cardenalato y Felipe III otorga el necesario permiso para que Lerma
se retire a sus propiedades. Los procesos que se iniciaron contra él
y su régimen no le afectaron directamente aunque sí vio como
Calderón era ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid. Retirado de la
vida pública, el anteriormente todopoderoso duque de Lerma fallecía
en 1625.
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Antonio
Pérez (1540-1615)
Entre los mayores enemigos de Felipe II se cuenta uno de sus
secretarios más eficientes: Antonio Pérez, promotor de la Leyenda
Negra que corre en torno al rey prudente. Pérez fue legitimado por Carlos
I en 1542 como hijo de Gonzalo Pérez ya que el origen de su
nacimiento queda bastante oscuro. Parece bastante probable que el
mencionado Gonzalo Pérez, uno de los más prestigiosos secretarios
de Carlos I y posteriormente de Felipe
II, fuese el padre, siendo acusado por sus enemigos de engendrar
a Antonio durante su etapa de clérigo, lo que don Gonzalo siempre
negó. Esta circunstancia empaña el origen del futuro secretario.
Tras la legitimación, el pequeño Antonio fue llevado a las tierras
de Ruy Gómez de Silva, príncipe
de Eboli, donde se crió hasta iniciar su formación cuando
contaba los doce años. Esa formación se cuidó especialmente ya
que estudió en las más prestigiosas universidades europeas: Alcalá,
Salamanca, Lovaina y Padua. La cultura italiana le influyó
considerablemente ya que pasó largo tiempo en el país transalpino.
Su mentor, Eboli,
le requirió para su traslado a la corte donde inició su formación
política de mano de su padre, quien en ese momento ocupaba el cargo
de secretario del Consejo de Estado. Cuando murió Gonzalo, en abril
de 1566, Antonio asumió los asuntos italianos. Felipe II exigió al
joven Pérez que pusiera fin a su vida disoluta y se casara para
firmar oficialmente su nombramiento. Esta faceta de crápula se
mantendrá durante buena parte de la vida de Pérez, aludiéndose a
sus continuos escarceos con la princesa
de Eboli, doña Ana Mendoza. También se haría famoso por el
disparatado tren de vida que acostumbraba llevar, pleno de lujo y
ostentación, para lo que tuvo que recurrir a turbios asuntos
cargados de corruptelas en los que se involucraba presuntamente a su
amante. Lentamente Antonio obtenía la confianza de Felipe II,
pasando a ser uno de los más destacados miembros del partido
ebolista enfrentado con el otro grupo de poder en la corte, los
partidarios del duque
de Alba. Tal fue la confianza que don Antonio consiguió del rey
que colocó a un hombre de su entorno para controlar a don Juan
de Austria. Juan de Escobedo resultó elegido pero pronto
abandonó al secretario para apoyar las opiniones de don Juan,
enviado como Gobernador General a los Países Bajos. El
enfrentamiento con Escobedo provocará la rápida caída de Pérez
ya que, con motivo de una visita oficial de Escobedo a Madrid
enviado por don Juan para recabar mayores apoyos en su política
flamenca, Pérez consideró peligroso al recién llegado, temeroso
de que descubriera su doble juego. Por lo tanto, don Antonio
convenció al rey de que Escobedo era el instigador de una posible
traición de don Juan, por lo que se decidió su eliminación.
Escobedo fue asesinado en las calles de Madrid el 23 de marzo de
1578. Este error político fue rápidamente aprovechado por los
enemigos de Pérez que encendieron la sombra de la duda en Felipe.
Se inició una investigación en la que se descubrió la
culpabilidad del secretario. Felipe relevaba a Pérez por el anciano
Granvela
y Antonio era detenido y encarcelado el 28 de julio de 1579. La
causa por la que Pérez era enjuiciado se limitaba a asuntos de
corrupción, sin profundizar en el asesinato. El proceso se prolongó
en el tiempo y Pérez fue condenado a dos años de cárcel y diez de
destierro pero, simultáneamente, se inició el proceso por el
asesinato de Escobedo que acabó con la acusación formal y la
tortura del reo. Corría el mes de junio de 1589 y Pérez se vio
perdido, por lo que empezó a pensar en la huida. El 19 de abril de
1590 llegaba a Aragón acogiéndose al derecho foral, valiéndose de
su condición de hijo de aragonés. El rey no podía enjuiciar en
Aragón a un reo que hubiera cometido su crimen en Castilla por lo
que empleó el único tribunal que tenía competencias en todo el
territorio peninsular: la Santa Inquisición. Pérez fue acusado de
herejía y se intentó trasladar a la cárcel inquisitorial, lo que
provocó una revuelta en Zaragoza, al ver el joven Justicia de Aragón
Juan de Lanuza como los fueros aragoneses no eran respetados. Pérez
consiguió huir a Francia y Felipe enviaba un ejército a Aragón
que ponía fin a los disturbios y a la vida del Justicia. Una vez en
territorio galo, Antonio Pérez recibió el apoyo de Enrique
IV al poner en manos de éste atractivos proyectos
desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de
invasión francesa motivó el traslado de Pérez a Inglaterra donde
también contó con importantes ayudas, ofreciendo interesante
información que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596. La
paz de Vervins (1598) supuso el final diplomático de Pérez, dedicándose
a la escritura, publicando dos importantes obras que tuvieron un
destacado efecto negativo en la figura de Felipe II: las Relaciones
y las Cartas. Tras intentar obtener el perdón hispano en numerosas
ocasiones, siempre con un resultado negativo, Pérez falleció en la
más absoluta pobreza en París, el 7 de abril de 1615.
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Farnesio,
Alejandro (1545-1592)
El papel de Alejandro Farnesio en el conflicto
de los Países Bajos va a ser crucial, pudiendo haber puesto fin
a la guerra si Felipe
II no se hubiera involucrado en la política francesa con el fin
de hacerse con ese trono para su hija Isabel
Clara Eugenia. Farnesio era hijo de Octavio Farnesio y Margarita
de Parma; posiblemente sea la única persona de la historia que
tiene como abuelo a un emperador - Carlos
V - y como bisabuelo a un papa - Paulo
III -. Su adolescencia la pasó en España, estudiando en Alcalá
de Henares junto al príncipe Carlos y don Juan
de Austria. Con 20 años casó con la infanta María de
Portugal, manifestando pronto su amor por las armas. Participó en
la batalla
de Lepanto junto a su buen amigo Juan de Austria. Precisamente a
este sustituyó Farnesio como gobernador general de los Países
Bajos en 1578, desempeñando un papel decisivo en la consolidación
del poder español en las provincias flamencas. No conforme con la
recuperación de las provincias valonas gracias al Tratado de Arrás
(1579), Farnesio decidió emprender campañas militares contra los
holandeses, tomando Amberes. La lucha se decantaba del lado español
pero Felipe II decidió utilizar los temidos tercios de Flandes en
otras empresas, especialmente Inglaterra y Francia, lo que motivó
el consiguiente freno en los Países Bajos y el enfrentamiento de
Farnesio con el monarca.
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Juan de Austria
(1547-1578)
La personalidad de don Juan de Austria siempre se ha opuesto
a la de su hermano Felipe
II, saliendo beneficiado el primero. El gran público alaba las
hazañas del vencedor de Lepanto
mientras percibe en el monarca a un hombre huraño y triste,
encerrado en El Escorial. Don Juan era hijo natural del emperador Carlos
V y Bárbara Blomberg, dama sobre la que no existe acuerdo entre
los historiadores ya que unos la tratan de nobleza flamenca y otros
de camarera alemana. Carlos V encomendará su educación a don Luis
de Quijada, mayordomo real y a su esposa Magdalena de Ulloa, portándose
ambos como sus verdaderos padres. Durante estos años, don Juan fue
llamado Jeromín. Será en 1559 cuando Felipe II reconozca el origen
de Jeromín, cambiando su nombre por el de don Juan de Austria,
creando una casa propia y otorgándole la Orden del Toisón. Don
Juan inicia sus estudios en Alcalá de Henares, en compañía de Alejandro
Farnesio y el príncipe Carlos.
Su destino, en un primer momento, sería iniciar la carrera eclesiástica
pero pronto demostró una mayor afición por las armas, intentando
enrolarse en una armada destinada a tomar Malta. Este entusiasmo por
lo militar motivará su nombramiento en 1568 de general de los
mares. La victoria sobre la revuelta morisca de Granada será su
primer gran éxito, lo que le permitió comandar la flota de la Liga
Santa que vencerá a los turcos en Lepanto. Este importante éxito
militar provocará las ansias de don Juan; deseaba el tratamiento de
alteza y la concesión del título de infante. Felipe II refrenó
esos deseos con el nombramiento de gobernador general de los Países
Bajos en 1576. Su participación en el conflicto será un éxito
parcial ya que conseguirá el regreso de Flandes a la órbita española
gracias a la publicación del Edicto Perpetuo. Sin embargo, no
recibió los apoyos económicos y militares suficientes - su
secretario Escobedo fue asesinado en Madrid por secuaces de Antonio
Pérez cuando acudió a la capital para solicitar ayuda - por lo
que don Juan asumió su fracaso, falleciendo en el campamento de
Namur el 1 de octubre de 1578. Tras él quedaban sus aspiraciones a
un reino propio, habiendo pensado en Inglaterra tras su matrimonio
con María
Estuardo y una invasión del territorio británico. Todas sus
ideas cayeron en saco roto, quizá por el temor de su hermano a un
rival superior en simpatías populares.
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Saavedra
Fajardo, Diego de (1584-1648)
Político y diplomático, de Murcia. Estudió en la Universidad de
Salamanca. Se dedicó a la política pura y al servicio diplomático,
siendo uno de los personajes políticos de más talla de la época.
Durante cuarenta años presto su habilidad negiciadora, y su
conocimiento diplomático en toda Europa. Inició su colaboración
como secretario del cardenal Gaspar de Borja, asistió a varios cónclaves,
fue secretario en las embajadas de Roma y Nápoles, ostentó la máxima
representación en la elección del rey de Romanos, en la Dieta de
Ratisbona, en el Congreso de Münster. Por sus méritos la Corona le
otorgó muchos honores y cargos. Su obra más importante es 'Idea de
un príncipe político-cristiano presentada en cien empresas'
(1640). Fue un libro muy leído en su tiempo. En él se dan
abundantes consejos y reflexiones sobre la educaciónn y conducta
posterior de un príncipe gobernante. Escribió otras obras, como 'República
literaria', en la que valiéndose de un sueño describe la vida de
una ciudad donde es trasportado, y donde discute y conversa con los
genios literarios españoles y europeos más conocidos. En el
terreno de la política pura escribió 'Consideraciones a la política
y razón de Estado', en que ofrece una serie de reflexiones sobre el
difícil arte del gobierno, analizando las teorías y formas políticas
clásicas. Su obra 'Locuras de Europa' es de excepcional interés y
de una valía literaria en los diálogos de Mercurio y Luciano,
dignos de la mejor prosa castellana. Su estilo es conciso, claro,
tendiendo a la sentencia y al consejo. Está en línea con el estilo
de Quevedo y Graciá, lleno de sabiduría, prudencia y experiencia.
(Indice)
Pere Joan Barceló
(1682-1765)
Guerrillero catalán, conocido también por el apodo 'Carrasclet',
debido a que en su juventud fue carbonero (carrascla, en el dialecto
de su comarca significaba encina). Luchó al lado del archiduque
Carlos en la guerra de Sucesión española. Ya acabada la contienda
(1714), riñó con un oficial de Felipe V, se refugió en las montañas
y organizó grupos de guerrilleros para continuar la lucha contra
este monarca, que tuvo que abandonar en 1720. Al año siguiente se
estableció en Viena. Las autoridades austríacas le nombraron
coronel y participó en las campañas de Nápoles contra los españoles
(1734), pero cayó prisionero de éstos, que le encarcelaron en Cádiz
hasta 1740. Volvió a Viena y combatió en favor de la Emperatriz
María Teresa en la guerra de Sucesión austríaca (1741). Luego se
retiró a Hungría donde murió.
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Conde-Duque
de Olivares (1587-1645)
Nacido en Roma en 1587, sus padres eran Enrique de Guzmán y María
de Pimentel y Fonseca, condes de Olivares, pertenecientes a una rama
menor del linaje Medinasidonia y dedicados a la atención del rey.
Olivares cursó estudios eclesiásticos en Salamanca desde 1601,
siendo nombrado rector por sus compañeros dos años mas tarde. Al
morir sus dos hermanos mayores dejó la Universidad y, junto a su
padre, acompañó a la corte en Valladolid y Madrid. La anterior
muerte de sus hermanos y la de su padre, en 1607, le dejó al frente
del mayorazgo y el título nobiliario, por lo que fijó su
residencia en Sevilla. Su matrimonio con Isabel de Velasco le
permitió entrar en el círculo cortesano, al ser su esposa dama de
honor de la reina Margarita. En Sevilla se dedicó al mecenazgo de
artistas y literatos, pero en 1615 ingresó de nuevo en la corte al
servicio del príncipe, futuro Felipe
IV. Desde su posición, protegido por su tío don Baltasar de Zúñiga,
ganó poder y prestigio en el seno de la corte, ganándose el favor
del futuro rey y observando la caída en desgracia del duque
de Lerma y la salida de los Sandoval, hechos que aprovechó para
sí. En 1621, ya con Felipe IV como rey, es nombrado sumiller de
corps, y un año después alcanza el cargo de caballerizo mayor,
desde donde obtiene un poderoso control sobre la corte y aprovecha
su ascendiente sobre el rey. Ya en 1623, en la visita del príncipe
de Gales, Olivares aparece como valido, cargo que obtiene mediante
una progresiva escalada en la corte mediante favores, regalos e
intrigas, no sin una encarnizada lucha con otras facciones y grupos,
como los Sandoval. Desde su cargo de valido obtuvo una copiosa
fortuna, como hiciera su predecesor Lerma, agregando extensos
territorios a sus posesiones, rentas y títulos. Su desempeño político
no pasó desapercibido. Personalista y ambicioso, en muchas
ocasiones organizó juntas para sustituir a los consejos de gobierno
y fijó su posición jerárquica entre estos y el rey. Para asegurar
su poder y control político, se apoyó en las grandes casas
aristocráticas. En plena crisis institucional, con una monarquía
desacreditada y unos reinos de España que habían perdido
progresivamente la hegemonía en Europa, Olivares estableció un programa
- Gran Memorial- para recuperar el poder del rey, fuertemente
cuestionado, y el prestigio de la monarquía como institución. En
definitiva se trataba de una reorganización de los recursos, que se
consideraban mal gestionados, de tal manera que los gastos derivados
de la acción política fueran sufragados igualmente por todos los
territorios, y no sólo por Castilla, mediante la llamada Unión de
Armas. En parecido sentido, se intentó reorganizar la Hacienda y se
intentó dar al gobierno una mayor capacidad de actuación y
capacidad ejecutiva, mediante la concentración de poder en la
figura del valido. Las reformas, no obstante, se enfrentaron a la
oposición de cortes y ciudades, lo que hizo recurrir al
endeudamiento para sufragar la guerra de Flandes, hasta el punto que
en 1627 hubo de decretarse la bancarrota y la crisis hizo tocar
fondo. Los sucesos de Mantua (1629) facultaron a Olivares para
ejercer el poder de modo aun más autoritario e implantar su
programa de reformas en los cinco años siguientes, si bien los
resultados fueron nimios y hubo de abandonarse tras la ruptura con
Francia. El desprestigio de su gobierno le hizo ser fuertemente
cuestionado, al punto que en varias ocasiones estuvo a punto de ser
depuesto, especialmente durante la enfermedad del monarca en 1627. Sólo
su habilidad para desenvolverse en el ambiente cortesano le hizo
aguantar en el sillón. Previa a su caía, la victoria de
Fuenterrabia le proporcionó un último momento de gloria, si bien
se realizó mediante recursos extraordinarios que ahondaron más si
cabe en la crisis de la Hacienda real. Precisamente estos recursos
provocaron el levantamiento
catalán que a su vez posibilitó la separación de Portugal,
hechos que resultaron letales para la carrera política del valido.
En 1643 es destituido por Felipe IV, retirándose a Loeches y
posteriormente a Toro y falleciendo en 1645.
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José
Patiño (1670-1736)
Estudio en el Colegio de los Jesuitas de su ciudad natal,
ingresando en la Compañía aunque no se ordenó. Felipe
V le llamó como colaborador durante la Guerra
de Sucesión y entre 1711-1713 recibe los nombramientos de
intendente de Extremadura y superintendente de Cataluña, ocupándose
después de la presidencia de la Junta Superior de Gobierno y
Justicia del Principado, poniendo en marcha las primeras reformas
financieras y las normas que permitirán la confección del Catastro
en 1716. Al año siguiente recibe de Alberoni
los cargos de intendente general de Marina y Ejército y presidente
del Tribunal de Contratación de Indias, poniendo en marcha un
ambicioso destinado a la reforma de la
Marina y la potenciación del comercio
con las Indias a través de la creación de compañías. Será
uno de los promotores del traslado de la Casa de la Contratación a
Cádiz donde se construirán en 1724 los astilleros de La Carraca.
También se encargará de organizar las expediciones a Cerdeña y
Sicilia con las que Isabel
de Farnesio pretendía situar a sus vástagos en los territorios
italianos. La caída de Alberoni arrastró a Patiño, siendo
encarcelado y procesado para conseguir después la absolución.
Desde este momento empieza una nueva carrera ascendente, siendo
designado en 1726 secretario de Marina e Indias y poco después de
Hacienda. La política del país estaba en sus manos, intentando
mantener la herencia de los infantes en Italia. Intentó poner en
marcha el Catastro y como secretario de Guerra organizó la
victoriosa campaña de Orán (1732). Dos años más tarde se aúpa a
la secretaría de Estado, ocupando el cargo hasta su muerte.
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Marqués
de la Ensenada (1702-1781)
Miembro de una familia de hidalgos modestos procedente de La
Rioja, su padre era notario apostólico por lo que la familia vivió
en primero en Azofra y Santo Domingo de la Calzada. En 1720 aparece
documentado en Cádiz donde es nombrado oficial supernumerario del
Ministerio de Marina por José
Patiño. Inicia una brillante carrera que desemboca en el
nombramiento como Comisario Real de Marina en 1734 en El Ferrol,
encomendándosele la tarea de construcción
y rearme de bajeles. Participará en la formación de la
escuadra que reconquistará Orán en 1732 y como recompensa recibió
de Felipe
V el cargo de Comisario Ordenador de Marina. Al año siguiente
participará en la formación de la Armada que tenía como objetivo
la conquista Nápoles y Sicilia. Ante un nuevo éxito recibirá el título
de marqués de la Ensenada. Ahora empieza su carrera
en la administración central al ser designado secretario del
Consejo del Almirantazgo (1737) y secretario de Estado y Guerra en
la expedición de las tropas españolas que participaban en la Guerra
de Sucesión austríaca (1741). La muerte de Campillo
en 1743 le permitirá recibir las secretarías de Guerra, Hacienda,
Marina e Indias, designándole notario de los reinos de España. Dos
años más tarde será nombrado consejero de Estado, cargo en le que
permanecerá con Fernando
VI. Su política tiene como objetivo fortalecer los ejércitos y
la Armada, recuperando el control económico de las Indias y
reformar la administración y el comercio con una serie de medidas
ilustradas. Su política exterior estuvo enfrentada a Carvajal
ya que éste era anglófilo mientras que Ensenada tendía hacia
Francia. Ambos políticos se compensaban y la muerte de Carvajal en
1754 provocó la caída de Ensenada meses más tarde, utilizando
como pretexto una comunicación enviada al futuro Carlos
III que provocó un conflicto con Inglaterra en Paraguay y
Honduras. Será desterrado a Granada y después al Puerto de Santa
María. Carlos III le permitió regresar a la Corte sin ocupar ningún
papel político. Su presunta implicación en los motines de 1766 le
llevaron al destierro a Medina del Campo, donde falleció.
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Carlos III de
España (1716-1788)
Fue duque de Parma y Plasencia y Rey de Nápoles (1734-1759), y a la
muerte de su hermanastro Fernando VI heredó la corona española. Su
gobierno marca la plenitud del despotismo ilustrado en España.
Ayudado por ministros inteligentes (Esquilache, Floridablanca,
Campomanes, Roda, Aranda, Múzquiz, y otros) acometió importantes
reformas económicas, sociales y políticas. Como algunas de esas
reformas lesionaban los intereses de las clases privilegiadas, la
reacción no se hizo esperar. El motín de Esquilache estalló en
1766, dirigido por la aristocracia y el clero. Un año después
fueron expulsados los jesuitas, acusados de complicidad en el motín.
Las razones sin embargo tenían más que ver con la resistencia que
ofrecía al reformismo estatal mediante el control de las cátedras
universitarias y de los colegios mayores, reductos de la nobleza. De
ahí que la expulsión pueda considerarse como el primer episodio de
la lucha entre el Estado y la Iglesia por la educación de la
juventud. La mayoría del episcopado aplaudió el decreto de expulsión.
Esta medida privó a España de un gran núcleo de intelectuales que
se desparramaron por Italia, Alemania y Rusia. Fue importante la
reforma agraria ejecutada en este reinado, la más espectacular fue
la repoblación de Sierra Morena, con el asentamiento de 2.500
familias de campesinos. (1667-1775) En cuanto a la industria y al
comercio, se fomentó la libertad de industria y de circulación de
toda clase de mercancías, con la supresión de aduanas interiores,
libertad de comercio con América que provocó una gran prosperidad
para la periferia peninsular y de un aumento extraordinario de los
recursos del tesoro. En el campo de la hacienda se procuró que todo
el mundo, nobleza y clero incluídos, contribuyeran a los gastos públicos.
Se introdujeron innovaciones en la administración de la justicia, y
se reorganizó la marina y el ejército. Para la difusión del espíritu
ilustrado y de los proyectos de reforma se crearon las Sociedades
Económicas de Amigos del País. La política exterior representa la
eliminación del pacifismo neutralista del reinado anterior. La
inclinación del monarca hacia Francia y los ataques británicos a
las Indias españolas, llevaron a España a la firma del tercer
Pacto de Familia (1761) con los Borbones franceses y a la
participación en la guerra de los Siete Años contra Inglaterra. La
armada británica ocupó Martinica, La Habana y Manila. La Paz de
París (1763) puso fin a estos reveses, y España recuperó La
Habana y Manila y recibió la Luisiana de Francia, pero perdió
Marinica y cedio la Florida a Inglaterra. Se trató de recuperar el
Peñón de Gibraltar, pero la empresa fracasó. Sin embargo, España
recuperó la Florida y Menorca por la paz de Versalles (1783) Buscó
la reanudación de las relaciones con los países musulmanes, con el
fin de garantizar la seguridad de tráfico por el Mediterráneo. Con
estos fines, se firmaron acuerdos entre España y Constantinopla
(1782), Trípoli (1784), y Argelia y Túnez (1786)
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Conde
de Floridablanca (1728-1808)
Su formación académica se desarrolla en su ciudad natal,
cursando estudios de Leyes que le permiten alcanzar a los 20 años
el título de abogado. Su relación con personajes influyentes de la
corte como el duque de Alba o el presidente del Consejo de Castilla,
Rojas, le permite alcanzar el cargo de fiscal de lo criminal en el
Consejo de Castilla (1766). Será enviado a Cuenca para investigar
el motín que se produjo contra el ministro Esquilache,
poniendo de manifiesto en el procedimiento su pertinaz defensa del
regalismo. Junto con Campomanes,
será uno de los defensores de la expulsión
de los jesuitas (1767) e inicia una serie de expedientes en los
que se revisa la relación de la Monarquía con la Iglesia,
destacando el "Expediente del obispo de Cuenca" en el que
contestaba a un escrito en el que el obispo se quejaba de la política
religiosa seguida por Carlos
III. Moñino será enviado a Roma como embajador y en recompensa
a los trabajos realizados para la Corona, el rey le nombra conde de
Floridablanca. Su siguiente ascenso será en 1777 cuando es
designado primer
secretario de Estado, cargo que ocupará durante quince años.
En este periodo se encontrará con la oposición del llamado "partido
aragonés" encabezado por el conde Aranda,
partidario del tradicional peso de los Consejos en detrimento del
poder de las Secretarías. Floridablanca llevará a cabo un intenso
programa de reformas, especialmente en cuestiones administrativas al
intentar crear un Consejo de Ministros con el objetivo de dotar de
mayor rapidez y competitividad a los órganos ministeriales. Estas
reformas contaron con la oposición de los "aragoneses"
que consiguieron retirarle del poder en 1792. Su política exterior
estaba encaminada a obtener una ventajosa posición respecto a
Inglaterra -fruto de esta política será la recuperación de
Menorca (1782)- y una menor dependencia de Francia, al tiempo que
estableció una estrecha colaboración con Portugal y una hábil
relación con los reinos no cristianos. Tras su caída en 1792 sufrió
un breve cautiverio en Pamplona, retirándose a su Murcia natal
hasta que en 1808, con motivo de la renuncia de Carlos
IV y la invasión napoleónica, fue elegido presidente de la
Junta Suprema Central, falleciendo ese año en Sevilla.
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Gálvez,
Bernardo de (1746-1786)
Hijo del Virrey de Nueva España, Matías
de Gálvez, y sobrino del secretario de Indias, don
José de Galvez, fue destinado a América con 19 años al ser
nombrado capitán en la frontera de las Provincias Internas. En las
campañas contra los apaches iniciadas en 1769 se distinguió por su
valentía por lo que fue nombrado visitador en 1772, regresando a
España y tomando parte en la expedición de Argel. Cuatro años
después volvía a América, ahora como coronel del Regimiento de Luisiana.
En 1777 será nombrado gobernador de Luisiana, persiguiendo el
contrabando inglés y favoreciendo el comercio con Francia y el
libre tráfico con Cuba
y Yucatán. Participó en la Guerra de Independencia norteamericana,
reconquistando la
Florida Occidental, por lo que fue recompensado con los grados
de mariscal de campo y teniente general y la gobernación del
territorio conquistado. Su carrera administrativa no paró aquí y
en 1785 sería nombrado gobernador de Cuba -sin abandonar sus
anteriores cargos-, remachando su ascenso con el nombramiento de
Virrey de México, cargo que apenas pudo disfrutar unos meses ya que
falleció en 1786. Durante este corto tiempo intentó paliar los
efectos de la hambruna y de la peste, lo que le hizo ganarse el cariño
de sus súbditos y las sospechas de la corte, insinuándose que murió
envenenado.
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Mariano
Luis de Urquijo (1768-1817)
Cursó estudios de derecho en Madrid y Salamanca y se trasladó a
Inglaterra donde tradujo "La muerte de César"
de Voltaire.
La Inquisición le ordenó detener por esta traducción, salvándose
gracias a la intervención de Floridablanca.
Inicia su carrera diplomática y administrativa y en 1792 es
nombrado oficial de la primera secretaría de Estado, ocupando
interinamente dicha secretaría en 1798 y posteriormente en
propiedad. Apoyó el viaje científico de Humboldt
y eliminó un buen número de privilegios inquisitoriales. Napoleón
le señaló como causante de la negativa a la petición de recursos
hecha a España por el emperador, lo que le llevó a firmar un
tratado por el que la Luisiana y otros territorios pasarían a
depender de Francia a cambio del reino de Etruria. El 13 de
diciembre de 1800 fue destituido de su cargo por mediación de Napoleón,
Godoy
y el Papado. La Inquisición volvió a acusarle y le encerró
durante año y medio, acudiendo de nuevo a la cárcel en 1804. La
llegada al trono de Fernando
VII supondrá la liberación del político ilustrado. Durante el
reinado de José
Bonaparte será nombrado secretario de la Junta de Notables y
secretario de Estado. En 1809 será declarado reo de alta traición
por los patriotas contrarios al rey francés y Urquijo huyó en
1813, tras la derrota en la batalla de Vitoria. Obtuvo la
nacionalidad francesa y falleció en París.
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Testamento de Felipe II

- Carlos V y Europa:
- http://cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/presentacion.shtml
- El proyecto europeísta de Carlos V:
- http://cervantesvirtual.com/historia/CarlosV/7_6_heras.shtml
- Los Tercios Españoles:
- http://es.wikipedia.org/wiki/Tercio
- http://www.tercios.org/FLANDES.html
- Felipe II:
- http://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_II_de_Espa%C3%B1a
- La España de Felipe II (Video, 53 minutos):
- http://www.youtube.com/watch?v=K5TrGXgFVpY
- La Armada Invencible):
- http://www.todahistoria.com/la-derrota-de-la-armada-invencible/
- Felipe II y la leyenda negra:
- http://www.analitica.com/va/arte/dossier/4094914.asp
- Fuentes de la leyenda negra:
- http://arte-history.blogspot.com/2009/02/la-leyenda-negra-espanola.html
- Felipe III:
- http://mercaba.org/Rialp/F/felipe_iii_de_espana.htm
- Felipe IV:
- http://es.wikipedia.org/wiki/Felipe_IV_de_Espa%C3%B1a
- Política internacional de Felipe IV:
- http://www.latindex.com/cultura/FelipeIV/fel-cap1-g.htm
- El Renacimiento en España:
- http://www.rinconcastellano.com/renacimiento/hist_renac.html#
Índice
general de Hispánica


 

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